¿Qué golpeaban en Samuel Luiz?

Manuel Fernández Blanco
Manuel Fernández Blanco LOS SÍNTOMAS DE LA CIVILIZACIÓN

OPINIÓN

ANGEL MANSO

30 nov 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Un recuerdo infantil ha permanecido imborrable en mi memoria. Un grupo de adolescentes de mi barrio perseguía, y apedreaba, a un hombre joven gritándole ¡maricón! Este hombre homosexual, vecino del barrio, padecía una discapacidad intelectual, lo que agravaba su indefensión.

También en la salvaje violencia grupal que acabó con la vida de Samuel Luiz estaba presente la misma injuria dirigida a alguien juzgado como diferente: «Maricón de mierda». También la agresión fue grupal, en una especie de competencia por ver quién golpeaba más fuerte, no fuese que se pusiese en duda la virilidad de quien golpeaba y el grupo lo considerase un flojo.

El fallo del jurado popular da por probado que el desencadenamiento de la agresión de Diego Montaña a Samuel Luiz derivó de que interpretó que Samuel era gay. El rechazo al diferente, especialmente al que goza de modo diferente, es la principal causa de odio al otro. Un odio visceral que suscita la agresividad contra ese que «no es como yo». Pero lo que se golpea en el otro es siempre lo más rechazado de nosotros mismos: tengo que golpearte con saña, no sea que se ponga en duda que no soy lo suficientemente macho. Esta violencia cobarde, amparada en el grupo, es la manifestación más alejada de cualquier virilidad bien entendida. El coraje viril está en las antípodas de la agresión grupal a una persona indefensa. Por eso, en estos casos, lo que se golpea en el otro es lo más irreconocible del agresor.

La violencia se ve potenciada por la grupalidad acéfala, especialmente masculina, que puede llegar a hacer del ejercicio de la violencia una condición para la aceptación e inclusión grupal, donde el hermano líder viene al lugar de la evaporación de las figuras de una autoridad auténtica. Esto favorece un empuje al fuera de la ley, y a situar a los otros como objetos de la agresividad destructiva. Algo que aparece claramente reflejado en la canción grabada por parte de los juzgados por el asesinato de Samuel Luiz. Una de sus estrofas expresa: «En un BMW, motor al corte, tirando por la ventana piedras a la gente». No se puede encontrar mejor ejemplo de la llamada violencia gratuita, donde la finalidad es el ejercicio de la violencia en sí, por eso el otro de la violencia puede ser anónimo, es la gente. Otra de las estrofas de la canción resultó trágicamente premonitoria: «Dando duro tú te vas para el suelo». La violencia estaba a la espera. Samuel, señalado por su diferencia, fue la excusa para desencadenarla.