Imanol

Xosé Ameixeiras
Xosé Ameixeiras ARA SOLIS

OPINIÓN

FERNANDO VILLAR | EFE

18 jun 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

El dinero esclaviza y suele ser fuente de desgracias. El peso de la codicia puede acabar aplastando al género humano. Y eso que lo que entendemos por pasta no deja de ser una ficción. Una convención refrendada en boletines oficiales. En tiempos se pagaba con monedas de oro, pero ahora ni eso. Tu cuenta corriente son números bancarios movidos por algoritmos. Un cambio en una ley puede convertir fortunas enteras en ruinas de calderilla, y los billetes trocarse en meros papeles del Monopoly. «La plata es el cagajón del diablo», vino a escribir un día García Márquez, al que parafraseó el papa Francisco con una expresión muy similar. No pierde vigencia el dicho de que el que más tiene, más miedo tiene a perderlo. Imanol Arias, que en décadas ya lejanas asomó la cabeza al estrellato cinematográfico con su triunfo en La muerte de Mikel, sucumbió a la tentación de esconderle beneficios al erario público. Y lo han pillado escaqueándose de Hacienda somos todos. El Antonio Alcántara de Cuéntame cómo pasó es un hombre hecho a sí mismo que las pasó de todos los colores. Ahora, en la realidad se ha visto amenazado con tener que vivir en sus carnes las experiencias carcelarias de Eleuterio Sánchez, el Lute, al que encarnó también con éxito en Camina o revienta. Es una tentación muy habitual en divos y estrellas del deporte, el cine y la música. Shakira, Messi o Ronaldo tienen amplio historial. Incluso le piden cuentas al santón de Ancelotti. Se está haciendo corriente lo de pillarse los dedos con la evasión fiscal. Imanol se ha librado del trullo, pero ya no podrá interpretar el papel de ciudadano ejemplar. Un mérito no menor para una estrella del cine. Debería saber que la gloria auténtica tiene mucho más valor que el propio dinero.