La irregular gira europea de Xi Jinping

Yashmina Shawki
Yashmina Shawki CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

DPA vía Europa Press | EUROPAPRESS

24 may 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Hacía un lustro que el líder chino no visitaba Europa. Si durante su gira anterior el entorno había sido bastante favorable a una cierta cooperación, en esta ocasión los resquemores derivados de la pandemia de origen chino que paralizó el planeta durante meses, las sospechas de espionaje a Occidente y la tibia —por no decir nula— crítica de Pekín a Rusia por la invasión de Ucrania han ensombrecido el ánimo de una visita que, en cualquier caso, no había generado grandes expectativas.

El enrarecimiento de las relaciones económicas, políticas y comerciales con EE.UU., pese a los intentos de cierta distensión con la reciente visita del secretario de Estado Anthony Blinken a Pekín, ha propiciado un creciente interés y un intento de acercamiento del gigante asiático al que, de momento, es su mayor mercado internacional: Europa. Sin embargo, los encuentros con Macron y Von der Leyen en París no han tenido el resultado esperado. Muchos de los productos chinos que se comercializan en nuestro continente son más baratos debido a las ayudas que reciben del Gobierno de Pekín. Para evitar esta competencia desleal, la Unión Europea estudia la imposición de aranceles muy elevados, lo que sin duda frenará el crecimiento económico del gigante asiático, ya de por sí ralentizado por la caída del consumo interno y el boicot del mercado norteamericano. Recuperar la confianza de los países más occidentales de Europa no se le ha dado demasiado bien al, por otra parte, impasible Xi Jinping.

Más exitosas fueron las visitas a Serbia y a Hungría, grandes beneficiarios de las inversiones chinas. La calurosa bienvenida en ambos países no es solo la demostración de la importante colaboración entre estos estados, sino la divergencia de intereses y políticas en el seno de la Unión Europea. Los países más orientales de nuestro continente quieren crecer y necesitan dinero para hacerlo, así que están más que dispuestos a aceptar lo que les ofrece China, aunque para ello deban hacer oídos sordos al ruido que producen los conflictos internacionales no tan lejos de sus fronteras. La pregunta es cuánto tiempo tardarán en darse cuenta del alto precio que esas inversiones conllevan, y si serán capaces de librarse de los compromisos que implican pero todavía desconocen.