Crisis altisonante y ley del embudo

Inocencio F. Arias AL HILO

OPINIÓN

Matías Baglietto | EUROPAPRESS

23 may 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Romper relaciones con Argentina sería una insensatez. Milei, por exaltado que resulte, no tiene intención de hacerlo. Ni siquiera ha llamado a consultas a su embajador en Madrid y motivos tenía cuando el ministro Puente lo tildó de drogata. No sabemos cómo va a terminar esto. Sánchez ha acariciado verbalmente el botón nuclear de la ruptura de relaciones pero no creo que, insensato, dé un paso casi sin precedentes con un país iberoamericano (solo recordamos el caso de Guatemala, cuando la policía de aquel país asaltó nuestra embajada). España probablemente podría perder, más que ganar. No porque Argentina vaya a nacionalizar las importantes empresas hispanas en el país —no lo haría—, sino porque podrían tener más dificultades para desenvolverse e imagino que hasta para repatriar ganancias.

En la irritada respuesta de Sánchez al discurso de Milei hay un 20 % de comprensible reacción por la referencia obvia del argentino a Begoña Gómez; un 40 % de cinismo sanchista marca de la casa, y un 40 % de cálculo electoral, acertado o equivocado. Veamos: uno entiende, sin duda, el enfado personal de Sánchez por la alusión a su esposa, pero es curioso que no reaccionara en absoluto cuando nada menos que el presidente de México tuvo frases desagradables hacia nuestro rey Felipe. Es más, el colombiano Petro se despachó sobre España y su historia y Sánchez miró hacia otra parte y hasta tuvimos a Petro en visita oficial. Aplicarle una reacción a los agravios al rey o a España y otra mucho más altisonante a los de la esposa de Sánchez no se tiene en pie.

Lo del cinismo viene porque Sánchez se rasga las vestiduras por sentirse insultado cuando en realidad es él quien comenzó a insultar. La secuencia de bofetadas que propinó a Milei es conocida:

—Participa en la campaña electoral argentina atacando a Milei y en apoyo de su rival.

—Cuando Milei gana democráticamente la elección con un 56 % del voto, no le felicita ni escuetamente. El gesto descortés es una primicia histórica. Otro tanto ocurre cuando el rey acude a la toma de posesión de Milei sin que lo acompañe un ministro.

—El trompazo: un ministro de la confianza de Sánchez llamado Óscar Puente dice en publico algo muy hiriente: el presidente argentino se droga. Casi nada. Su jefe ni lo cesa ni le reprende. Hay acólitos de Sánchez que hasta lo encuentran ocurrente.

Llega entonces la sorpresa. El presidente argentino, se podía prever, sale respondón. Lenguaraz, en el mitin de Vox ataca sin nombrarlo a Sánchez aludiendo a la «corrupta» de su esposa. La afirmación del argentino, que se pasa un pueblo —basta que hubiera antepuesto la palabra «presuntamente» dado que, en efecto, las firmas en dos documentos y la cátedra de la señora Gómez son al menos poco decorosas y censurables—, levanta la indignación de los palmeros de Sánchez, que rivalizan en afirmaciones truculentas o infantiles en las que destaca Albares, que gusta de la hipérbole: «Es un ataque a España sin precedentes». Inexacto. Aparte de López Obrador y Petro, recordemos, por ejemplo, a Fidel Castro, que tildó a Félix Pons, presidente de las Cortes, de «tipejo fascistoide». «Se le ha recibido de buena fe». ¿Cómo? ¿Insultándolo antes de llegar a España? ¿No enviando ni al subdirector de Protocolo al aeropuerto para saludarle? ¿Bramando contra los empresarios españoles que se fotografían con Milei antes de su discurso? ¿Es que había que escupirle por fascista en el aeropuerto? «La afrenta a España es de tal gravedad que he convocado yo en persona, algo muy inusual, al embajador argentino para que pidan disculpas».

Pretencioso: en cuestiones graves, otros ministros vienen recibiendo a embajadores extranjeros. Y Sánchez, viniéndose arriba, insinúa que sin disculpas puede haber ruptura de relaciones. La hipótesis es estúpida por irreal. Es difícil saber quién asesora a Sánchez. Nadie puede concebir que todo un presidente argentino —este o los anteriores, Kirchner, Ménem, Alfonsín…—, que ha recibido toda clase de desaires del Gobierno de la madre patria, pida disculpas siendo él el primer ofendido gratuitamente. Por eso, al día siguiente, el Gobierno se traga el farol con la cortina de humo de que la embajadora española se retira de Argentina por tiempo indefinido. ¿Y qué? Es tanto un paso adelante como uno atrás en la escalada.

Queda la impresión de que si la insultada fuera descarnadamente España en su integridad, en vez de Begoña Gómez, y no hubiera elecciones en puertas, todo esto, incluido el desencadenante de Óscar Puente y la pasividad oficial, no habría ocurrido. Todo se habría despachado con una nota argentina de protesta respondida con argumentos disculpatorios, quizá, por otra española. Y Milei no habría contraatacado. Pero los cálculos electorales del tahúr Sánchez son insondables y tal vez piense que sacar pecho ante «un fascista» le atraerá votos de Sumar, lo que explicaría las frases belicosas y deshilvanadas de la decadente Yolanda Díaz hacia Milei, o de otra izquierda, y que eso le permitiría reducir distancias con el PP en las europeas.

Sánchez gusta de los titulares rentables. Hasta el cuerpo le habrá pedido hacer algo para que Kroos no abandone el fútbol y se quede en el Madrid. Se relame pensando que incluso el Marca sacaría su foto en portada. Tensionar las relaciones con Argentina, y de paso con Meloni y puede que hasta con Trump, parece un disparate de un imberbe, pero ¿qué no hará nuestro presidente por unos escaños? Como sabemos, es capaz de todo, desde regalar el Sáhara hasta obsequiar a los separatistas con un referendo.