Muerte del presidente iraní

Yashmina Shawki
Yashmina Shawki CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

Thaier Al-Sudani | REUTERS

21 may 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Los accidentes ocurren y su probabilidad aumenta cuando se trata de personajes públicos que tienen que desplazarse con frecuencia debido a su cargo. Pero, cuando el suceso implica al presidente y al ministro de Asuntos Exteriores de Irán, en un momento de tanta tensión en la región como el actual, es inevitable que surjan dudas, y muy serias, sobre las causas del mismo. Si, además, como ha sido el caso, el resultado ha sido la muerte de los siete ocupantes del helicóptero, que regresaban de un viaje institucional en la frontera con el vecino Azerbaiyán, las especulaciones no se han hecho esperar. Como tampoco se ha demorado la reacción de Israel, país que no ha tardado en negar cualquier relación o responsabilidad con el mismo.

El presidente fallecido, Ebrahim Raisi, no era en absoluto un personaje ni querido ni popular. Hábil como pocos, llevaba vinculado al régimen de los ayatolás desde prácticamente el inicio del mismo, cuando accedió al cargo de fiscal adjunto de Teherán en la década de los ochenta. Con tan solo 20 años y una formación religiosa que fue objeto de fuerte contestación durante las elecciones presidenciales, por ser muy inferior a lo que él alegaba, era considerado un hombre del ala más dura del régimen y uno de los candidatos a sustituir al líder supremo Jamenei en cuanto este falleciera. De hecho, la oposición al régimen le consideraba el responsable directo de la feroz represión de las manifestaciones de los últimos años y, sobre todo, del endurecimiento en la aplicación de las medidas sobre la moral que tanto oprimen a las mujeres iraníes.

Declarado el luto durante cinco días, el Gobierno iraní tiene un plazo de cincuenta para convocar un nuevo proceso electoral. Inicialmente, el cambio de liderazgo no parece que pueda provocar ninguna transformación significativa a nivel interno, si bien puede desestabilizar aún más la ya maltrecha economía del país. Cuestión aparte es qué sucederá respecto a las relaciones internacionales, ya que, aunque parece que el continuismo será la tónica dominante, la muerte de Hossein Amir?Abdollahian abre la puerta a un nuevo jefe de la diplomacia iraní y, con él, a una nueva forma de comunicación.