Hace 39 años, las grandes figuras del pop norteamericano dejaron su ego en la puerta y soñaron con hacer un futuro mejor para ti y para mí. Para eso se reunieron durante una larga noche a cantar, como un coro de góspel, un himno que puso la hambruna de África en las radios y televisiones del mundo. De aquella sesión, única en la historia de la música, nació el solidario We Are The World. Si hubiese ocurrido hoy, el vídeo se habría convertido en viral en pocas horas. El documental de Netflix La gran noche del pop abre una ventana a la nostalgia de quienes crecieron en los ochenta contando la intrahistoria de cómo aquel enjambre de estrellas voló sigilosamente a un estudio de Los Ángeles con miedo a que una filtración pudiese espantarlo. Querían emular a sus homólogos británicos, que habían triunfado dos meses antes con Band Aid, la iniciativa de Bob Geldof.
El documental resume en noventa minutos anécdotas jugosas de aquella grabación, que prendió de la iniciativa de Harry Belafonte y logró el sí casi unánime de los artistas antes de tener siquiera una canción que interpretar. Lionel Richie la improvisó en tiempo récord junto Michael Jackson en casa de este último, con el mono Bubbles y con su serpiente merodeando por allí. Eran todos músicos colosales, pero estaban nerviosos de conocerse y se pedían autógrafos entre sí.