Diálogos en las aulas

Cristina Torrado Tarrío / Noemí Silva Álvarez COMISIÓN INTERSECTORIAL DE MEDIACIÓN DO COLEXIO OFICIAL DA PSICOLOXÍA DE GALICIA

OPINIÓN

OSCAR CELA

21 ene 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Bien es sabido que los seres humanos no somos procesadores neutrales de información. Tal es así que, en las personas individuales, y también en nuestras sociedades, tiende a instalarse una tendenciosa filosofía que, en forma de sesgo cognitivo, nos lleva a reparar en aquello que es especialmente relevante para nuestra superveniencia: todo lo negativo que nos rodea.

Este patrón de conservación aqueja a la construcción que, en el imaginario social, poseen muchos de los ámbitos en los que la persona habita y evoluciona. ¿Qué ocurre cuando este filtraje negativo impregna al ámbito educativo?: alertas por malos resultados en informes de rendimiento, abandono escolar, acoso, ciberbullying, aumento de conductas suicidas, etcétera.

Bajo esta trampa, desconocemos que la realidad no es única e irrefutable, y obviamos su personalidad poliédrica: lo que divisemos vendrá determinado por el lugar desde el que observemos. Y ¿qué emerge si contemplamos el contexto educativo desde la «cara oculta»?: colaboración, creatividad, compromiso social, solidaridad, crecimiento personal, respeto... Valores que, desde hace tiempo, vienen germinado en los centros educativos de nuestro entorno a través de diferentes experiencias:

- Programas de Alumnado Ayudante. Favorecen que alumnas y alumnos, de manera desinteresada, pongan su tiempo y empuje al servicio del bienestar y la inclusión social y educativa de sus compañeros y compañeras, así como al servicio de la prevención de conflictos en sus centros educativos.

- Programas de Mediación entre Iguales. En ellos, niños, niñas y jóvenes acompañan a sus iguales por el camino del consenso y la gestión de las diferencias; siempre desde el respeto a la diversidad y a las realidades individuales.

- Programas basados en una Pedagogía Restaurativa. Así, a través de prácticas proactivas se idean espacios que permiten generar confianza y entendimiento mutuo en el seno de la comunidad educativa. De igual modo, a través de prácticas reactivas se abre la oportunidad para, en lugar de aplicar medidas disciplinarias como sanciones o castigos, que vienen impuestas «desde arriba», permitir a las personas protagonistas del conflicto restaurar el daño ocasionado y sanar las relaciones.

En todos y cada uno de los contextos en los que participamos es previsible la aparición de discrepancias y diferencias que bien gestionadas pueden enriquecernos; sin embargo, una mala gestión de las mismas puede llevarnos a conflictos más o menos explícitos que deriven en una convivencia tensa y confrontada.

Con motivo del Día Europeo de la Mediación, que se celebra hoy, 21 de enero, no está de más recordar que en una sociedad diversa, cambiante y dinámica como la que habitamos, la escucha y el diálogo, valores fundamentales para la convivencia, deben ser nuestro principal foco de atención. Y ello, con más ímpetu, si cabe, en lo que respecta a los centros de enseñanza, por considerarlos un importante agente de cambio y un escenario privilegiado para dotar de herramientas que aboguen por una convivencia pacífica, colaborativa y respetuosa.

¿Qué mejor apuesta como comunidad que dar más espacio a todas estas experiencias que en nuestros centros escolares, desde edades muy tempranas, trabajan activamente por el cambio, transmitiendo valores fundamentales, disponiendo espacios, herramientas y estrategias que redunden en una convivencia pacífica?

Experiencias que se sustentan, no en pocas ocasiones, en el voluntarismo y solidaridad de las personas que configuran la propia comunidad educativa (niñas, niños, jóvenes, profesorado, familias, etcétera), que trabajan por y para la paz, por el respeto y el valor de la diferencia, en muchas ocasiones sin más medios que su tesón y buen juicio.

Pongamos el foco en nuestras fortalezas. Una escuela que forma en ciudadanía y comunidad, que apuesta por el diálogo y la resolución pacífica de conflictos, es una escuela alineada con los valores que sostienen la sociedad actual en la que se inserta y de la que se nutre: nuestra sociedad.