El bingo de las exigencias

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

ALBERT GEA | REUTERS

30 sep 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Unas ideas para los líderes de la revolución de los señoritos. ¿Y si negociamos que el Barça gane la Champions en lo que nos queda de siglo? ¿Y que Lluis Llach, una vez que aprenda a cantar, venza en las próximas veinte ediciones de Eurovisión? ¿O que todos los ríos converjan en Tarragona para que Cataluña no sufra restricciones de agua? No parecen tan descabelladas las propuestas, que bien pudieran convertirse en exigencias, a la vista de la carrera sin fin en la que están los líderes revolucionarios para apoyar la investidura de Pedro Sánchez. O dicho con sus palabras, pactan «no apoyar la formación de un futuro Gobierno que no se comprometa a trabajar para hacer efectivas las condiciones para la celebración del referéndum».

Que, bien mirado, es lo mismo que decir nada. Pero cabrea especialmente que todas noches nos vayamos a la cama con un nuevo chantaje de quienes tienen como objetivo primordial enturbiar la convivencia hasta límites inalcanzables. Esta última coacción es una más de las que han ido engarzando en los últimos años. Como un bingo que no acaba de sacar números.

Todavía nada sabemos oficialmente de la concesión de una amnistía, que pudiera concederse; o no, que diría Rajoy. Y los españoles recibimos un nuevo chaparrón con un asunto que se antoja, en principio, de ciencia ficción. Porque, aunque la Constitución contempla en varios puntos la posibilidad de celebrar referendos en España, concediendo la «competencia exclusiva de ello al Estado», no incluye el referendo vinculante, porque en su artículo segundo habla de la «indisoluble unidad de España». Y, como todos sabemos, la modificación de la Carta Magna requiere del apoyo de las tres quintas partes de Congreso y Senado. Están las cosas como para esas.

También Trump se atrevió a proponer «poner fin a la Constitución», lo que hacen ahora los separatistas catalanes. Saltarse el texto constitucional, las normas que nos dimos para convivir. Pero al hacerlo sacan a la luz ciertos tics totalitarios. Que no deben de sorprender, porque históricamente existieron estrechos lazos entre unos y otros. Los historiadores nos recuerdan la admiración de líderes catalanes por los hermanos Badia y por Josep Dencás, nombres malditos del catalanismo histórico por una serie de contactos y procedimientos afines a los propugnados desde Italia y Alemania por Mussolini y Hitler. O las Juventudes de ERC (Jerec), creadas en 1931, que copiaron los postulados violentos del Duce y admiraron su figura. Y el debate sobre los presuntos vínculos entre nazismo y separatismo catalán, dos movimientos nacionalistas alejados por menos de cien años, se mantiene abierto.

Lo investigaron destacados y prestigiosos historiadores. Y quizá sea el momento de recordarlo. Para saber en qué escenario nos movemos. Porque lo mismo mañana proponen distinguir a los que no sepan bailar la sardana con un pin en la solapa. Y eso ya lo vimos.