Con las cartas boca arriba

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

Gustavo Valiente | EUROPAPRESS

29 mar 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Enseñar las cartas en plena partida no es ni lo habitual, ni lo recomendable. Es concederles ventaja a los adversarios, que así saben por dónde ir. Esa es una norma general rota en contadísimas ocasiones. En la partida política que se libra este año electoral, Pedro Sánchez ha decidido, en un arranque de audacia que habrá valorado convenientemente, mostrar las suyas. Ratificando la matraca de esta legislatura. Si tiene opciones de volver a gobernar, repetirá la coalición Frankenstein, como tan desafortunadamente calificó Rubalcaba.

El presidente parece tener las ideas claras, además de un exceso de confianza. Y no solo decidió no escuchar a quienes desde sus retiros, baronías, medios y tertulias le exigían el cese de las ministras Montero y Belarra, sino que, sin que nadie se lo pidiese, apostó por repetir la coalición para lograr una década de gobiernos progresistas con los que «revertir los estragos de la década anterior».

Nadie duda de que Sánchez, que por lo visto ya duerme tranquilo, valoró, con todos los pros en contra, que diría el académico de cantina, el alcance de su decisión. Porque a simple vista se antoja con unos cuantos riesgos. El ruido interno de la coalición se mantiene prácticamente desde que se inició la legislatura; las desavenencias en la propia formación son evidentes; la reforma de los delitos de sedición y malversación y la crisis del solo sí es sí, comportamientos alejados de la lealtad y la negativa a asumir y rectificar errores parecen situar a los socios del Gobierno al menos en una controvertida situación.

Situación que reflejan las encuestas, al vaticinar, en el mejor de los casos, una caída de cuatro puntos. Sin contar lo que puede estar afectando a su electorado el desamor entre Yolanda Díaz y Pablo Iglesias. O viceversa. Que es lo único que preocupa a Sánchez, sabedor de la dispersión del voto a su izquierda, que impediría aprovechar los restos, de no alcanzar Sumar y Unidas Podemos un acuerdo para concurrir juntos.

Pero a todo esto Pedro Sánchez le concede escaso valor. Con su apuesta ha visualizado dos bloques claramente definidos y más nítidamente enfrentados en las urnas al dar un paso que su oponente, Núñez Feijoo, se resiste a dar. Porque nadie duda de la coalición que el Partido Popular formará con el facherío, más después de asistir a la consideración que le mostró en la moción de censura. Aunque, pese a que sabemos lo que va a ocurrir, bien estaría que Feijoo, cuando se despida de la pastora predicadora histérica que «sana la homosexualidad», enseñase también sus naipes.

Porque enfrente tiene a un Pedro Sánchez tan convencido de su éxito y de su proceder que se permite hacer lo que nunca se hace. Mostrar las cartas en plena partida. Y ese no parece ser un mal arranque de la campaña electoral, porque ya decía Graham Greene que el que juega con las cartas boca arriba es el que tiene todos los triunfos en la mano. Que es lo mismo.