La fuerza de los marcos mentales

OPINIÓN

Julio Muñoz | EFE

30 nov 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Que los seres humanos tropezamos dos veces, y las que haga falta, en la misma piedra es una evidencia de tal magnitud que, sin embargo, suele pasar inadvertida y, por tanto, no suele afectar a nuestras decisiones. Las inercias, los marcos mentales, eso que Ortega llamó las creencias, tienen tanta fuerza y nosotros somos tan vagos de conciencia que resulta muy difícil rehabilitar la política.

Estos días volví a leer la entrevista a Peter Sloterdijk que publicó El País en mayo de 2020. En ella, el filósofo alemán consideraba que, tras una disrupción tan importante como la del covid-19, el regreso a los estándares de frivolidad no iba a ser fácil: juzguen ustedes mismos viendo las aglomeraciones por el Black Friday. Decía también Sloterdijk que en los últimos dos siglos la mayor preocupación de las entidades políticas giraba en torno a la independencia y que, en el futuro, hablaríamos más de una declaración general de dependencia universal, la idea básica de comunidad. Tampoco en eso estuvo acertado. Menos aun cuando afirmó que los populismos iban a ser los perdedores de la crisis, porque no solo son incapaces de resolver problemas sino que son en sí mismos una fuente de problemas.

Que los vaticinios de Sloterdijk no se hayan hecho realidad no significa que no marquen el camino correcto. Para hacerlos realidad hay que vencer inercias, romper marcos mentales y ver más allá del autointerés o de los intereses partidistas.