«Mis hijos preguntan por cosas que les compraba antes. Miro sus caras y les digo que estaban agotadas»

OPINIÓN

PACO RODRÍGUEZ

16 nov 2022 . Actualizado a las 11:34 h.

Supermercados, espacios de terror

Mañana toca súper. Ya hice la lista. Lo imprescindible. Cojo el coche. Aparco. Llevo unas bolsas, para ahorrar. Entro. Miro los lineales a izquierda y derecha. Estoy asustada, aterrorizada. No quiero ver los precios. Consulto la lista con los precios de la semana pasada. Hago mis cálculos. El presupuesto no me llega. Tengo que eliminar algunas cosas de la lista. ¿Cuáles? Todas son básicas. No hay caprichos. Decido eliminar cantidades. Compraré por unidades, por lonchas, por gramos. Me escondo tras un lineal y me pongo a llorar. No me llega el dinero y mis hijos tienen que comer. Me limpio las lágrimas e intento disimular. No hace mucho, con el mismo dinero llenaba el carro; ahora, un tercio. Llego a casa. Mis hijos preguntan por algunas cosas que les compraba antes. Miran en las bolsas y nada. Miro sus caras y les digo que estaban agotadas. ¿Hasta cuándo podré engañarlos? Ya no puedo más. Los ingresos son los mismos y los precios siguen escalando. Mi marido y yo nos hemos privado de todo. Lo poco que ingresamos lo empleamos en cubrir las necesidades básicas, muy básicas. Y ni así. ¿Hasta cuándo? Aquí no hay quien viva. María del Pilar Sobrino García y José M. Vigo Mariño. Catoira.

No solo faltan médicos

Estos días se habla mucho de que en España, en general, faltan médicos para cubrir la asistencia primaria en los centros de salud, pero es que también son necesarios más enfermeros, psicólogos clínicos, celadores... Por desgracia, la falta de profesionales no se limita únicamente al personal sanitario.

Cada año, el Estado se gasta cientos de millones en políticas de ayuda de todo tipo pero que luego, a la hora de la verdad, no llegan a todo el mundo y que no solucionan muchos de los problemas; algo que vemos, claramente, con el paro, porque año tras año alrededor de tres millones de personas quieren trabajar y no pueden hacerlo.

Deberíamos dejarnos de tantas ayudas improductivas a los parados y ofrecerles, a todos, un sueldo digno y luego, a continuación, que cada uno, en función de su formación o de sus intereses o capacidades, eligiese un trabajo con el que incorporarse al mercado laboral y de paso ser útil a la sociedad. Pienso que esa sería la mejor forma de favorecer el pleno empleo y la inclusión social y de que, realmente, nadie se quede atrás.

El domingo, en Madrid, hubo una manifestación multitudinaria en defensa de una sanidad «pública, universal y de calidad». Me alegro enormemente de que la gente tome conciencia de la importancia de lo público y que salga en su defensa antes de que sea demasiado tarde, porque, como leí una vez: «Cuando todo sea privado, nos habrán privado de todo».

Todos somos uno y la mejor manera de trabajar por el bien común es contar con unos servicios públicos de la máxima calidad, de los que todos nos beneficiemos y a los que todos aportemos. Juan Ruibal Ordóñez. Pontevedra.

Las autovías y el coste de la energía

Hace unos días leí en La Voz de Galicia el tema de las autovías, que quieren cobrar por su uso. ¿No sería posible alquilar a las eléctricas grandes superficies en las autovías? Me explico: cubrir con paneles simulando falsos túneles grandes trayectos por encima de la carretera. Diseñar grandes plataformas —que no interfieran con el paisajismo, con los laterales abiertos— dotadas de paneles solares. Podrían ser instaladas en toda España. Piensen en las autovías y autopistas que van hacia el Mediterráneo, costa andaluza, etcétera, en verano. La mayor parte de los días con sol. Se obtendría energía limpia. Los vehículos ahorrarían aire acondicionado al ir con sombra la mayor parte del trayecto y se evitaría el tema del pago. Jose Antonio Z. Vázquez.