Es verdad, no los conoce

Erika Jaráiz Gulías
Erika Jaráiz Gulías PROFESORA. MIEMBRO DEL DEPARTAMENTO DE CIENCIA POLÍTICA Y SOCIOLOGÍA DE LA USC

OPINIÓN

Eduardo Parra | EUROPAPRESS

11 oct 2022 . Actualizado a las 15:23 h.

Como de costumbre, el señor Espinosa de los Monteros terminaba su intervención con gesto serio, con un seco golpe para plegar el micrófono, después de ejecutar una intervención bien preparada, con ese aire arrogante de los que se creen —o se interpretan— superiores, y proclaman su destino de recuperar España.

Poco esperaba que su contundente afirmación de que no conocía a ningún español que hubiera prosperado beneficiado por la acción del Gobierno fuera a desencadenar la intervención del día en el Congreso de los Diputados.

Hay momentos en los que sientes que va a pasar algo, que en milésimas de segundo te das cuenta de que los valores y la política de verdad se vuelven discurso, especialmente en estos tiempos en que el relato se ha vuelto tan intrascendente y las intervenciones tan predecibles. Quizás, no había vuelto a suceder desde la intervención de Errejón sobre la salud mental.

Lo notaron Pedro Sánchez y Yolanda Díaz tan pronto empezó la intervención de Nadia Calviño, pero también lo notó el propio Espinosa de los Monteros, que bajó de su propio olimpo en caída libre, mientras la vicepresidenta recorría los espacios de acción del Gobierno preguntándole si no conocía a ningún español real.

Hace tiempo que mantengo que desde que Pablo Iglesias dejó el Gobierno, Sánchez buscó en Calviño una vicepresidenta más política, capaz de contrarrestar el previsible incremento de protagonismo de Yolanda Díaz. Calviño no se encontraba, pero sobre todo, los ciudadanos no la reconocíamos en ese nuevo rol que asumió en la segunda parte de la legislatura.

Primero los enfrentamientos con Yolanda Díaz por la definición de los espacios, y después las escasas oportunidades que ofrece su cartera en tiempos de crisis, dificultaron notablemente la expresión política de la vicepresidenta. Su mayor intento de penetrar en este territorio fue su negativa a fotografiarse en foros en los que fuese la única mujer, pero lo cierto es que la forma de sacar partido a esa declaración política requiere escenificaciones que no van con su carácter.

Y por eso su respuesta en el Congreso de los Diputados al señor Espinosa de los Monteros, dicho con el mismo retintín con que ella lo pronunció, tiene tanta importancia; porque más allá de la contundente forma semántica de la respuesta, esos 50 segundos fueron suficientes para que el Partido Socialista se diera cuenta de que tiene a una política de primer nivel, capaz de hacer una de esas intervenciones con las que sueñan todos los parlamentarios y capaz también de liderar nuevos retos.

El único error de Calviño es creer que Espinosa de los Monteros exagera cuando dice que no conoce a ninguno de esos españoles; yo sin embargo sí lo creo, es verdad, no los conoce, y ese es el problema de todos esos desconocidos españoles y españolas si un día el señor Espinosa de los Monteros llega al Gobierno.