De los usos de un pañuelo

Eduardo Riestra
eduardo riestra TIERRA DE NADIE

OPINIÓN

LEX VAN LIESHOUT | EFE

25 sep 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Un pañuelo es una simple pieza de tejido de algodón, seda, lana o acrílico —este último, menos recomendable— con forma generalmente cuadrada y medida variable, pero rondando los sesenta centímetros de lado. En otros tiempos era popular para sujetarse la mandíbula si se tenía un flemón, atando los extremos en lo alto de la cabeza, lo que confería al paciente un ridículo aspecto de conejo. Si uno no tiene maleta puede extenderlo en el suelo, tirar la ropa dentro y atar las cuatro puntas, que colgará de un palo, poniéndose este al hombro como una escopeta o una pala. Eso se llama hatillo y sirve para hacer películas de Charlot. 

Sin embargo, el uso más común y sensato es el que de él hacen las mujeres, poniéndoselo en la cabeza. Una mujer se pone un pañuelo cuando ella quiere, y cuando no, no. Pero hay países donde pasa algo que, si no tuviera consecuencias violentas, podría ser de un guion de Azcona o un chiste de Gila. Es como sigue: una mujer se pone un pañuelo y sale a la calle. Entonces, un hombre que no conoce de nada —un asqueroso, que diría el mencionado Gila— le dice: «Oiga usted, póngase mejor el pañuelo, que se le ve el pelo». Si acabara la frase añadiría: «Y a mí me excita sexualmente». Si una mujer contestara lo que piensa —póntelo tú, mamarracho—, el desconocido se la llevaría detenida. Pero si solo se niega a seguir sus órdenes, también. El tercer caso, el de salir a la calle sin pañuelo, es un acto de terrorismo moral, que en este artículo ya ni se contempla.