Las dudas de Putin

Carlos G. Reigosa
Carlos G. Reigosa QUERIDO MUNDO

OPINIÓN

SERGEI BOBYLEV / SPUTNIK / KREMLIN P | EFE

19 sep 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

La contraofensiva ucraniana en la provincia de Dombás ha supuesto la recuperación de unos 8.500 kilómetros cuadrados de un territorio que estaba en manos rusas desde el pasado 6 de septiembre. El presidente Zelenski, emocionado, ha acudido a izar la enseña azul y amarilla ante el edificio destruido del ayuntamiento, donde prometió que esa bandera «ondeará también en todas las ciudades y pueblos de Ucrania. Porque nos movemos en una sola dirección: hacia adelante y hacia la victoria», dijo.

Este cambio en el curso de la guerra ha desestabilizado las expectativas de una rápida victoria del presidente ruso, Vladimir Putin, quien ni remotamente esperaba unos reveses que le están generando críticas y desafecciones en su propio país.

El líder ruso se reunió el pasado jueves con el presidente chino, Xi Jinping, en la mítica ciudad de Samarcanda (Uzbekistán), en plena Ruta de la Seda, para tratar este asunto, entre otros. Pero la sintonía no parece haberse traducido en una implicación en el conflicto que China no desea, como ha manifestado desde el principio. De hecho, lo que China quiere es beneficiarse del comercio con una Rusia que ya no puede comerciar en plenitud con muchos países occidentales.

El descontento en Rusia ante los últimos éxitos ucranianos se está volviendo también contra Putin, quien necesita encontrar alguna manera de frenar el avance de las tropas de Zelenski. Porque lo que ha ocurrido en Dombás ha sorprendido al líder ruso, que quizá estimó que la reunión de la OTAN en Madrid solo había sido una visita cultural al Museo del Prado, con particular detenimiento ante los cuadros de Goya.

El descontento en Rusia por lo que está sucediendo ahora en Ucrania está castigando la imagen del propio Putin, pero también le está irritando sobremanera, lo que hace temer alguna reacción desmesurada en Ucrania. Algo que vendría a complicarlo todo aún más, porque Occidente ha adquirido compromisos de los que no debe descolgarse en ningún caso.

De momento estamos ante las dudas enrabietadas de Putin y las resoluciones militares que pueda adoptar en el conflicto. Por otro lado está la OTAN, vigilante y comprometida, que permanece alerta, pero que no quiere una guerra abierta. Y, mientras, Zelenski se marca nuevos objetivos para recuperar la unidad territorial de Ucrania. Si el conflicto era complejo antes, ahora bien cabe decir que su complejidad ha aumentado… y que quizá la próxima palabra en este trance la pronunciará un Putin incapaz de asumir la actual adversidad de sus tropas. Y sin el apoyo de China.