Los mares no arden

Uxio Labarta
Uxío Labarta CODEX FLORIAE

OPINIÓN

ANA GARCIA

15 sep 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Aunque tengamos el mar de ardora para embelesarnos o el rojo conquiste nuestros mares con sus mareas vermellas, ni hay rojos en los mares gallegos, ni la ardora es un incendio de los que corren cual sardinas por los montes. Porque en Galicia, al menos, los mares no arden. Por eso podemos ver en entretenida secuencia a los responsables varios de las cosas del mar en actividades próximas a aquellas de propaganda y agitación. Como en un paseo atento por la sección Somos Mar de este periódico se puede advertir en estos meses veraniegos

Los mares no arden, pero a este paso tampoco producen. Escribí —y disculpen por la autocita— que las rías eran un gran depósito regulador de mariscos, que ganaban prestigio y precio luego de pasar por nuestras aguas, bien en el circuito abierto de las depuradoras o cetáreas, bien en mar abierto. Pasaron de aquello más de treinta y cinco años, y la producción de nuestros mares no dejó de ir hacia atrás, por más que el mejillón, la almeja japonesa y el cultivo de peces como rodaballo, lenguado y besugo paliaran la situación. Todo ello sin un plan o ley de acuicultura que nos ampare o condene, luego de aquel intento fallido del año 2015. Ni una base de datos estructurada, al menos de cuatro patas cual banqueta, al amparo del Centro de Supercomputación de Galicia (Cesga), y sus análisis correspondientes que nos ilustren e ilustren a la administración pesquera tan necesitada de ello para no moverse en el tanteo, la aproximación y el clientelismo.

Unos mares que no arden pero que se agotan por más que el covid haya dado a su menguada comunidad científica otra oportunidad, cual aquella de los mil millones de pesetas del Prestige, esta vez con diez millones de euros. Dato que supera en un 40 % el presupuesto adjudicado por la Agencia Estatal de Investigación para los proyectos del área marina a lo largo de tres años en toda España.

Unos mares que no arden, pero en los que los permisos de marisqueo han pasado de unos 4.300 en el 2010 a unos 3.800 en el 2015, estabilizándose a partir de ahí. Un mar que no arde pero donde, en el actualmente controvertido mundo del percebe, hay 280 permisos de explotación a pie y 1.035 a flote en 512 barcos. Un mar que no arde, pero que aún no lo han librado de fuentes de contaminación urbana e industrial, como bien ilustran en Augas de Galicia. Un mar que no arde, pero al que le convendría una revisión a fondo de los cambios introducidos en aquella innovadora Ley 6 de Pesca de 1993 en torno a la explotación de los mares de dentro donde, con notables salvedades, se necesita una reflexión sobre los criterios y los planes de explotación en nuestras rías y en sus pesquerías. Reflexiones y estrategias necesarias, incluso en verano, para el mar de Galicia, más allá de ceses y nombramientos con los que nada cambia o actos sociales y políticos sin mañana.