Tomando el té con los chinos

Eduardo Riestra
Eduardo Riestra TIERRA DE NADIE

OPINIÓN

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08 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

«Díganme, por favor, ¿a los poetas les gustan los dulces?», le preguntó Madame Chiang Kai-shek, al poeta Auden que, acompañado de su amigo el escritor Christopher Isherwood, había sido invitado a tomar el té por la esposa del generalísimo chino en el cuartel general del ejército nacionalista.

Corría el año 1938 y los dos escritores, dado que las trincheras españolas estaban muy concurridas —Hemingway, Orwell, Spender...— habían optado por visitar la guerra chino-japonesa. Desde la parte China, claro. Lo que allí vieron fue a dos fuerzas enemigas irreconciliables, la de los comunistas y la del Kuomintang, que se habían unido provisionalmente (esto en economía se llama una UTE) para combatir al enemigo común que amenazaba su territorio: el temible Japón, el país del harakiri y del pescado crudo. A Auden lo conocen ustedes porque es el autor del poema que Matthew recita en el funeral de su amado Gareth, en la película Cuatro bodas y un funeral —que los aviones circulen sollozando y escribiendo en el cielo el mensaje de que está muerto—. A Isherwood, de la película Cabaret, que es la novela Adiós a Berlín.

El viaje de ambos al frente chino fue calificado por algunos de frívolo, pero para mí es una de las crónicas más brillantes de la retaguardia de la guerra. Una delicia que tuve el placer de publicar hace ya quince años y que ahora Nancy Pelosi, me hace volver a buscar entre las estanterías de mi biblioteca. Gracias, Nancy. Por cierto, sí. A los poetas les gustan los dulces.