Los sarcomas

Eduardo Vázquez Martul MÉDICO PATÓLOGO

OPINIÓN

Ana García

07 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Todo proceso tumoral maligno, se denomina vulgarmente con la palabra genérica de cáncer. Pero no es tan simple. Para entendernos, uno de los tratados de medicina más extensos y complicados lo ocupa la patología tumoral, benigna o, más aún, la maligna, causante de gran mortalidad. Intentando explicar de forma sencilla, para que lo puedan entender el máximo de personas, podríamos resumir que cualquier célula de nuestro organismo puede potencialmente crecer sin limitación alguna, hasta transformarse en un tumor maligno. Si el origen es de una célula epitelial, se llamará carcinoma, sin duda los más frecuentes; si el origen es una célula glandular lo denominamos adenocarcinoma, que son la mayoría de los cánceres de mama, tracto digestivo o la próstata, los causantes de mayor mortalidad, junto con los de pulmón o páncreas. Pero si el origen está en una célula mesenquimal que en su posterior desarrollo formará los llamados «tejidos blandos», la denominación es de sarcoma. Hay tantos tipos de sarcomas como elementos que constituyen gran parte de nuestro organismo: de la célula muscular serán los miosarcomas; de la célula adiposa, liposarcoma; del cartílago su nombre será condrosarcoma; del ostocito formador de hueso, osteosarcoma. Incluso de las células nerviosas se originan sus respectivos sarcomas, que son numerosos, raros pero a su vez muy malignos. Pero también, como ocurre con los carcinomas, el origen puede ser de una célula muy indiferenciada y primitiva embriológicamente y que entran en un capítulo de «sarcomas de célula pequeña, o indiferenciados», que el patólogo puede identificar su origen gracias a la biología molecular y aplicación de técnicas histoquímicas. Un denominador común que los diferencia con los carcinomas es que casi siempre se extienden por vía sanguínea y no por vía linfática. Es por esta razón que el órgano receptor de metástasis casi siempre será el pulmón. Por último, son muy resistentes a la quimioterapia, y los avances en este campo son más complicados, excepto algunos, en los que se localizó un gen culpable. Por eso el tratamiento de elección es el quirúrgico o la radioterapia. El pronóstico en líneas generales es peor que la familia de los carcinomas. Pero, como siempre, en medicina hay excepciones y cada caso marca su tratamiento.