Petición de mano

Luis Ferrer i Balsebre
Luis Ferrer i Balsebre EL TONEL DE DIÓGENES

OPINIÓN

XOAN A. SOLER

07 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Entretuvimos la velada charlando sobre la próxima boda por la iglesia del hijo de uno de ellos, la cosa no deja de tener su aquel si se tiene en cuenta que los matrimonios eclesiásticos hoy son casi una reliquia. En la actualidad solo uno de cada diez matrimonios se celebran por la iglesia.

Es cierto que una boda católica lleva implícita la fe de los creyentes (no deja de ser un sacramento), pero no lo es menos que los matrimonios católicos tienen el atractivo del rito ancestral cargado de símbolos que no tienen los civiles. Sería interesante saber cuántas de las uniones por la iglesia atienden a la fe y cuántas al ritual.

A lo largo de la conversación surgió el debate sobre «la pedida de mano», entablándose una cierta polémica en cuanto al sentido de la misma. Hubo quien apuntaba que la pedida de mano era un rito cuyo sentido es que se conozcan las familias, otros que se trata de sellar un compromiso a través del intercambio de regalos, algunos hicieron referencia a una pedida en la que los padres de la novia le entregaron al novio una mano de cera a modo de exvoto, lo cual me resultó algo francamente macabro, así que me quedé con la curiosidad de conocer el verdadero sentido de la petición mano.

Aunque puede considerarse una práctica obsoleta, arcaica, patriarcal y machista, hasta hace pocas décadas resultaba un paso imprescindible dado que quien decidía o no la unión era el padre de la novia, que era quien tenía su potestad, algo que sigue siendo así en muchas culturas.

Pero el concepto de «pedir la mano» viene del derecho romano dónde la novia, a pesar de tener muchos derechos, seguía siendo potestad del padre. Este bajo el precepto conocido como «manus» (que significa mano y hace referencia a darle la libertad para casarse) traspasaba su potestad (propiedad) al novio.Si la propuesta era aceptada, se sellaba el acuerdo con una celebración previa conocida como «esponsales» (fiesta de compromiso) de dónde deriva el término esposos.

Ya puestos a buscar orígenes, comentar que el blanco del vestido de novia al que tradicionalmente se le atribuye una simbología de pureza, es muy reciente, concretamente de 1840, cuando la reina Victoria de Inglaterra se casó de blanco con Alberto de Sajonia rompiendo la costumbre de usar diferentes colores y especialmente el plateado en las bodas aristocráticas.

La luna de miel, en su origen, no hace referencia a viaje alguno, sino al período del mes lunar que transcurría tras la boda. Lo del viaje lo pusieron de moda los aristócratas ingleses en el siglo XIX. ¡Qué cosas!