No le vamos a echar la culpa de que Putin haya enloquecido porque ya desvariaba de joven. Pero sí de todos los grandes y graves problemas que amenazan nuestras vidas y que nos dificultan llevarlas con cierta tranquilidad. El cambio climático, ese del que tanto hablamos y nada hacemos, es ya un hecho y cada día que pasa la situación se agrava.
Acabamos de superar, los que la superamos porque medio millar de vecinos no pudieron, una ola de calor sin precedentes. La segunda en tres semanas. Acompañada de una plaga devastadora de incendios. No se recuerda una sequía tan acusada; en Galicia y en el resto del mundo. Y los estudiosos, que nos hablan de pandemias, enfermedades y plagas, dicen que el momento es crítico porque lo que vivimos «no es más que el comienzo».
Ya no es cuestión de que nos cuenten que el Ártico se deshiela. Los efectos los tenemos ante nuestros propios ojos. Otra cosa es que nos cueste aceptar que estamos ante un cambio climático que será definitivo para la existencia humana. Producido por desmanes a lo largo de siglos en desechos industriales, minería, deforestación, superpoblación, agricultura y utilización de combustibles fósiles con las emisiones de gases de efecto invernadero. Excesos ocasionados por los propios estados.
Y sin soluciones inmediatas. Todo lo contrario. En el peor momento, la Comisión Europea acaba de proponer relajar el control de emisiones contaminantes. Como si nada ocurriera. Ya la UE no es muy diligente en sus objetivos de lucha al no gastar lo acordado y ahora pide distensión. Pero no solo ella. Una veintena de países no se adhirieron a la Agenda 2030, una hoja de ruta para proteger al planeta sin comprometer los recursos para las futuras generaciones.
Como parece que no es urgente, los objetivos se fían a largo plazo. Con la Ley Europea del Clima de 2021, y que forma parte del pacto verde, la UE se comprometió a alcanzar las emisiones netas cero para 2050. Porque no hay prisa. Y encima, ahora nos relajamos aún más.
De vivir hoy, mi abuela, que jamás escuchó hablar del cambio climático, diría algo así como «todo esto dame medo; parece que vai vir o fin do mundo». Era una sabia. Porque como sigamos así vendrá, más antes que después. Y nosotros tan tranquilos.