El dióxido de carbono (CO2) es un gas con el que convivimos diariamente. En primer lugar, al respirar, absorbemos oxígeno y emitimos CO2. En las combustiones se desprende CO2 a la atmósfera. Todas las bebidas con gas contienen CO2. El dióxido de carbono es una sustancia que contribuye a incrementar el efecto invernadero, que es imprescindible para lograr que la Tierra sea un planeta habitable. Pero, el exceso de concentración de CO2 en el aire, puede contribuir al calentamiento excesivo de la Tierra y, en consecuencia, a un cambio climático. La mayoría de las emisiones de CO2 no se pueden evitar y por ello se busca disminuir su concentración en la atmósfera. El método más efectivo es el que realizan las plantas verdes que, mediante la fotosíntesis, absorben CO2 y emiten oxígeno a la atmósfera. De ahí la idea de plantar árboles.
Existen otros procedimientos técnicos para capturar CO2, retirándolo de la atmósfera. Entre ellos destacan las membranas poliméricas, que son materiales orgánicos en forma de tamiz que dejan pasar las moléculas de CO2, pero no las de otros gases. El procedimiento se aplica a fuentes de emisión de CO2 que no se muevan, como centrales térmicas, cementeras, azulejeras, industrias de biofibra forestal como la de Altri en Palas de Rei. A partir del CO2 capturado se obtienen productos químicos de mayor valor añadido. Otra contribución de la química.