Ruanda, destino de la inmigración ilegal

Yashmina Shawki
Yashmina Shawki CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

DPA vía Europa Press | EUROPAPRESS

19 abr 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

¿Disuasión, distracción o ambas? Nada en política deriva de la casualidad, por el contrario, todo suele responder a un programa y a uno o a varios objetivos concretos. Por eso, no parece una inocente coincidencia el anuncio del acuerdo al que ha llegado el Gobierno de Boris Johnson con el de Ruanda para trasladar a este último país a todos los inmigrantes ilegales que llegan a Gran Bretaña mientras se estudian sus peticiones de asilo. En un momento en el que el premier británico, su mano derecha Rishi Sunak y la esposa de este último han sido sancionados tras demostrarse que violaron las normas de confinamiento para celebrar el cumpleaños del titular del número 10 de Downing Street, poniéndose en evidencia la manera descarada y reiterada con la que mintieron a la opinión pública y, el líder de la oposición, Starmer, pide su dimisión, nada mejor que una buena polémica para reducir la presión.

Sin embargo, esta medida que todavía debe ser aprobada, tiene varios objetivos. En primer lugar, quiere servir de disuasión para todos los inmigrantes, sobre todo, de carácter económico que quieren cruzar el Canal de la Mancha hacia Gran Bretaña y que el año pasado sumaron un total de 28.526. En segundo lugar, quiere mostrar el esfuerzo que el Gobierno británico está llevando a cabo para cumplir con uno de los objetivos que se supone iba a lograr el brexit, frenar la inmigración ilegal, y que, hasta ahora, ha fracasado, además de acabar con las mafias que se benefician del tráfico de personas. Y, en tercer lugar, quiere reducir el coste que la atención a estas personas supone para las arcas estatales y que, en tan solo tres años, se ha duplicado hasta alcanzar los 430 millones de libras anuales para aquellos que obtienen el asilo, frente a los 130 millones para los que no lo logran.

Obviamente, los detractores argumentan que trasladar a estas personas a más de 6.500 kilómetros de distancia, mientras esperan que se tramite su solicitud, es inhumano, además de tener un alto coste económico. En cualquier caso, serán los más necesitados, los que saldrán perjudicados.