Asisto con estupor a una serie de declaraciones de los más altos dirigentes del PP que aseguran que el Gobierno se está forrando con los impuestos a la luz y los carburantes. Incluso en la web del partido han publicado que de cada 100 euros que echamos de gasolina, el 57% se los lleva Sánchez. Es lamentable y muy preocupante que el principal partido de la oposición diga esto. Puede ser por dos motivos: desconocimiento de cómo funciona el Estado de bienestar o simplemente porque prefieren hacer demagogia para así conectar con una parte de la población que se considera maltratada. Las dos hipótesis son descorazonadoras, pero no incompatibles. Se puede defender que hay que bajar los impuestos, incluso que es el bálsamo de fierabrás que todo lo soluciona en medio de una guerra, pero en ningún caso argumentar con esa simpleza, esparciendo fake news. No hace falta ser graduado en Economía para saber cuál es el destino de los impuestos, y que una parte muy significativa de la recaudación va a las comunidades autónomas. ¿De dónde creen que sale el dinero para pagar la sanidad y la educación públicas, los servicios sociales, las infraestructuras o sus sueldos? Este tipo de discursos son más propios de la ultraderecha que de un partido que aspira a ser la alternativa de gobierno. ¿O es que, en su día, Rajoy aplicó la mayor subida de impuestos nada más aterrizar en la Moncloa para forrarse? Es incompatible sostener esa tesis y luego exigir ayudas públicas para determinados sectores. Muy flaco favor se hace a una ciudadanía golpeada por una crisis brutal con este populismo de tres al cuarto que solo sirve para aumentar el comprensible cabreo ya existente. Al contrario, lo que se necesita es pedagogía fiscal y democrática.