Spielberg

Mariluz Ferreiro A MI BOLA

OPINIÓN

MARIO ANZUONI

27 mar 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Ahora que la gala de los Óscar busca sobreponerse al tiqui taca de las series, no es mal momento para volver a los clásicos de la pantalla grande. Concretamente, a uno que quizás no salga triunfador en esta edición. Uno que muchas veces ha sido relegado a un segundo escalón por los cinéfilos caviar, sobre todo los adictos a maldecir lo bendecido por el público. Es cierto que la sombra de compañeros de promoción como Coppola y Scorsese eclipsaría a más de una estrella. Pero ahí está otra vez. Steven Spielberg. Nominado a mejor director en seis décadas diferentes. Y eso que no ha sido un chico mimado sistemáticamente por las estatuillas doradas, que le han dado más de un desplante. En los setenta ya figuró en la quinielas con un tiburón que sembraba el pánico y unos extraterrestres con oído musical, propuestas replicadas hasta el infinito. En los ochenta, la Academia le dio la gran bofetada cuando el Rey Midas se atrevió con el drama en El color púrpura: once candidaturas, ningún galardón. En los noventa se resarció con la Lista de Schindler y Salvar al soldado Ryan. Nadie había rodado así el Holocausto ni el desembarco de Normandía.

En estos tiempos se agradecen los trocitos de tierra firme, el hilo y aguja que van cosiendo el transcurrir de los años, aunque cambie el color o se alarguen las puntadas. También en la digna tarea del entretenimiento. Un genio que ha creado Tiburón, ET, Indiana Jones y Parque Jurásico se merece un lugar en el firmamento equivalente al que ha ocupado en las vidas de millones de espectadores, a los que permite regresar a la infancia una y otra vez. ¿Había necesidad de un remake de West Side Story? Spielberg es de los pocos que se lo pueden permitir. Hay planos que valen como largometrajes enteros.