Ante la noticia de que a Iñaki Urdangarin le ha sido concedida la libertad provisional, por lo cual ya no tendrá que estar sometido a las medidas de control presencial con citas telefónicas, muchos son los que piensan que se le está dando un trato de favor. Craso error. La jueza de vigilancia penitenciaria se limitó a aplicar la ley, y más concretamente el artículo 90 del Código Penal que recoge que se acordará la suspensión de la pena de prisión y se concederá la libertad condicional al penado que cumpla los requisitos de estar clasificado en tercer grado, que haya extinguido las tres cuartas partes de la pena impuesta y que haya observado buena conducta.
El todavía cuñado del rey cumple todos los requisitos exigidos para que su situación penitenciaria mejore ostensiblemente por lo que a partir de ahora solo le resta esperar fuera de prisión a que transcurra el tercio restante y poder decir que ya ha pagado su deuda con la sociedad y volver a ser un hombre libre. Se le está tratando como a otro ciudadano cualquiera. Me viene a la memoria cuando hace años salieron a la luz todas sus tropelías. Parecía imposible que un miembro de la familia real acabara ingresando en prisión. Tras demostrarse su culpabilidad así lo hizo. Un voto de confianza a la tan cuestionada justicia española. Es lenta pero rigurosa.