Los españoles y el divorcio

Ignacio Bermúdez de Castro
Ignacio Bermúdez de Castro PASOS SIN HUELLAS

OPINIÓN

Ramón Leiro

09 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Somos latinos y por lo general siempre nos hierve la sangre. Ya estemos viendo la final de un campeonato del mundo de fútbol en el que puede estar compitiendo la selección nacional como si estamos tomando el sol en la más paradisíaca de las playas caribeñas. Temperamento nos sobra. No obstante, el que esto escribe jamás ha visto a persona alguna, afortunadamente las menos, más fuera de sí que cuando se encuentra inmerso en un procedimiento de divorcio contencioso. Para ellos no hay reglas que valgan. Todo vale con tal de herir de muerte al contrincante. La silla vieja que durante años estuvo a punto de tirarse en decenas de ocasiones adquiere un valor inusitado para uno cuando el otro manifiesta que tal vez a él pudiera interesarle. El raciocinio brilla por su ausencia y, como no podía ser de otra forma, se ataca la que se considera la verdadera línea de flotación del futuro ex, que no es otra que los hijos habidos en común. Se convierten en armas arrojadizas dispuestos a ser usados con los fines que sean. Aquí no existen banderas blancas ni convenios de Ginebra. Si hay que morir matando, pues se muere matando, porque para ellos peor sería una victoria pírrica de su ex media naranja que ceder un ápice en una negociación. Mientras, los hijos, auténticas víctimas de ese kafkiano divorcio, sufren lo indecible por ver a sus seres más queridos utilizarlos sin reparo alguno. Para estos padres, insisto en que son los menos, el interés del menor no cuenta. Solo existe su ego y humillar hasta límites insospechados al padre o madre de sus hijos. Qué triste.