El director xeral de Atención Integral e Sociosanitaria de la Consellería de Política Social explicó en un foro organizado por este periódico el pasado martes que la consellería —tras meses de trabajo con asesores y técnicos— ya tiene un plan nuevo para las residencias de ancianos de nuestra comunidad. El proyecto, según Acevedo, pivota sobre cuatro grandes pilares: «Avanzar en la coordinación sociosanitaria; implementar innovación y tecnología en nuevos modelos de cuidados; cuidar aspectos más estructurales de circuitos y de unidades convivenciales dentro de las residencias; y la formación continuada y los planes de calidad y humanización en la vida en las residencias».
Para esto no hacían falta meses de trabajo con asesores y técnicos. Porque todo eso hace años que está estudiado y escrito. Lo que ha faltado hasta ahora ha sido financiación, no teoría. Y por eso los ciudadanos han tenido que recurrir a la oferta privada, pagándosela de su bolsillo, con la connivencia de las autoridades competentes (aquí y en las otras 16 autonomías), tejiendo una urdimbre asistencial muy en clave neoliberal.
Lo que Galicia necesita para atender con dignidad a sus ancianos es una financiación pública suficiente. Y, por supuesto, mejorar la tabla salarial del sector, porque con los actuales sueldos las residencias difícilmente van a encontrar el personal profesional que tanto necesitan.