Mediocridad satisfecha

José Francisco Sánchez Sánchez
Paco Sánchez EN LA CUERDA FLOJA

OPINIÓN

internet

13 nov 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

A veces impresiona y conmueve más lo que las personas se proponen que lo que llegan a alcanzar. La alumna o el alumno que hacen el propósito de leer cien páginas y escribir mil palabras todos los días merecen admiración aunque no consigan cumplirlo. Y no solo porque los propósitos, también los frustrados, engrandecen el ánimo. Quien se propuso ese promedio diario de lectura, aunque apenas supere las veinte páginas, probablemente leerá más que quienes ni siquiera se lo plantearon. Pero hay propósitos que estremecen. Dostoyevski, distinguido como uno de los más grandes de la historia de la literatura, formuló uno de esos. Lo recordaba estos días Luis Daniel González (bienvenidosalafiesta.com) con motivo de los doscientos años del nacimiento del escritor ruso que se conmemoraron este jueves.

El autor de Crimen y castigo le confesó a su sobrina: «A lo que más temo es a la mediocridad». Y su biógrafo, al recoger el testimonio, subraya que «se mantuvo fiel a la promesa de no producir una mediocridad satisfactoria». La expresión me hace temblar: «mediocridad satisfactoria». Una tentación irresistible: conformarse con lo que basta para quedar bien. Incluso muy bien, porque la mediocridad suele gustar mucho a los mediocres. Y somos tantos… Y resulta tan fácil, cómodo y rentable contentarnos…

Fiódor Dostoyevski solo recibió un reconocimiento masivo con la publicación de Los hermanos Karamazov (1880), muy poco antes de su muerte (1881). Escribió una obra caudalosa, ancha y profunda, en medio de desamores, enfermedades, deudas y cárcel, sin consentir nunca en la tentación de la «mediocridad satisfactoria». Proponérselo le hizo grande. Y cumpliéndolo nos hizo mejores.

@pacosanchez