Cómo ha cambiado el insomnio

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

Juan Carlos Hidalgo | Efe

11 nov 2021 . Actualizado a las 08:54 h.

Un día como hoy, hace dos años, estábamos tratando de digerir el resultado de las elecciones generales. Todo estaba abierto para la formación de gobierno, aunque realmente no había más posibilidades que la gran coalición de PSOE y PP y lo que ocurrió después: la alianza entre PSOE y Unidas Podemos, con atractivo para completar la mayoría absoluta con el apoyo de fuerzas independentistas. Comprobada la imposibilidad de la gran coalición, la única dificultad para el acuerdo final entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias era lo que había dicho el señor Sánchez: que la sola idea de tener a Podemos en el Gobierno le quitaba el sueño a él y a la mayoría de los españoles. Está claro que esa frase, imposible de olvidar, fue sepultada por el estado de necesidad.

Pasado el ecuador de la legislatura, todo ha cambiado. Pablo Iglesias no está en el Gobierno y su fuerza política se enfrenta a una especie de tricefalia, con Yolanda Díaz designada candidata por Iglesias; Ione Belarra como secretaria general de Podemos, y Alberto Garzón como líder de Izquierda Unida. Los tres están en el Consejo de Ministros. La convivencia de las dos facciones está salpicada de confrontaciones, pero no hay indicios de ruptura. Unidas Podemos trata de ser el motor de la política social. Al PSOE y a Pedro Sánchez no les viene mal la candidatura de Yolanda Díaz, para representar la centralidad entre UP y el Partido Popular. Dada la dificultad del PP para sumar una mayoría que no sea con Vox, la coalición puede pensar en su larga duración. Pablo Iglesias llegó a decirle a Pablo Casado en el Congreso que nunca volverían a gobernar.

Al recordar estos episodios y declaraciones, queda bastante clara la orientación de la primera parte de la legislatura. Es la misma de Aznar cuando Álvarez Cascos le preguntó por su prioridad: «Durar». Esas cinco letras son su eslogan, su objetivo y su obsesión, que marcó estos dos años, con todas las dificultades imaginables: pandemia, crisis económica derivada del covid, crisis institucional generalizada, un rey emérito que abandonó el país, un desafío energético que está abierto y un disparo del gasto público de consecuencias imprevisibles para el futuro. En la parte más positiva, la buena imagen de Sánchez en la Unión Europea, por una seguridad que ha sabido transmitir y hacerse creer en Bruselas: bajo su mandato no habrá declaración de independencia en Cataluña. El insomnio de Sánchez en este momento ya no es, por tanto, su alianza de Gobierno. Lo que le produce insomnio es cómo salir con vida de lo que está ocurriendo en este momento: una crisis energética dura, una crisis de abastecimiento que puede afectar gravemente al empleo y un endeudamiento público que puede atraer a los famosos hombres de negro. La oposición exagera cuando habla de «España en quiebra», pero hay mucho sector empresarial que no lo quiere descartar.