No más «bla, bla, bla»

Yashmina Shawki
Yashmina Shawki CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

YVES HERMAN | Reuters

11 nov 2021 . Actualizado a las 08:51 h.

Dicen que hablando se entiende la gente, sin embargo no parece que hasta ahora hayamos logrado nada sustantivo en lo que a la amenaza más grave para la supervivencia de nuestra especie se refiere: el calentamiento global. De hecho, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, más conocida como COP26, que se celebra en la ciudad escocesa de Glasgow, venía lastrada por la idea de un fracaso absoluto. Es comprensible que, ante la gran variedad de intereses y las enormes diferencias en desarrollo de todos los países participantes, las expectativas fueran muy bajas. Sin embargo, la situación en la que nos encontramos, según los científicos en algunos aspectos ya irreversible, no admite más demoras. La diversidad de fenómenos atmosféricos que cada vez nos azotan con más intensidad en los cuatro confines de nuestro planeta son solo la punta del iceberg del estado de emergencia en el que nos encontramos.

Es por ello que, quizá, el acuerdo de más cien líderes mundiales para frenar y revertir la deforestación, reducir en un 30 % las emisiones de metano, así como limitar el calentamiento global a 1,5 grados antes del 2030 nos ha sorprendido positivamente a todos. Pero cuando, por ejemplo, China ha aumentado en un 30 % la producción de electricidad mediante la quema de carbón ante la escasez de gas natural, y Pekín se ahoga en una nube de contaminación, estos acuerdos se nos antojan muy distantes de la realidad diaria.

Frenar el cambio climático lleva aparejado el fin del uso de los combustibles fósiles y la masiva producción de plásticos, la eliminación de residuos de todo tipo y la explotación más racional y sostenible de la agricultura y la pesca. En resumen, producir más energía limpia, consumir más productos de cercanía, fabricar bienes de calidad y duraderos y reciclar los residuos, todo lo cual ataca los pingües beneficios de petroleras y grandes multinacionales, cuyos directivos nunca se sentarán para discutir el fin de sus negocios. Por eso el lema de la activista sueca Greta Thunberg, «No más bla, bla, bla», se antoja más acertado que nunca.