En la lucha contra la disminución de los gases de efecto invernadero no basta con reducir las emisiones de CO2, sino que es necesario capturarlo, transportarlo y almacenarlo, con el fin de retirarlo de la atmósfera. Existe ya una captura natural de gran parte del CO2 que se produce a través de los árboles, las plantas y el mar, en el fenómeno conocido como fotosíntesis (se absorbe CO2 y se desprende oxígeno). Pero también se puede atrapar a través de tecnologías de captura, uso y almacenamiento de CO2 mediante instalaciones industriales. La estrategia sobre la que se está trabajando se inicia con la identificación de zonas de altas emisiones de CO2 (centrales termoeléctricas, cementeras, acerías, etcétera) cercanas entre si y que puedan formar un núcleo de emisiones. Hay que localizar lugares geológicos de almacenamiento adecuados a los que se puedan conectar esos núcleos, inyectando el CO2 en acuíferos profundos, rocas porosas. Una vez capturado puede utilizarse como materia prima para la producción de distintos materiales (combustibles, polímeros, bebidas refrescantes, etcétera).
Cumbre Vieja está emitiendo enormes cantidades de dióxido de carbono que van a incrementar los gases de efecto invernadero, pero ese es el menor de los males provocados por el volcán.