El consumidor debe tener la cabeza como un bombo. No entiende nada. ¿Qué es eso del mercado mayorista de electricidad? ¿Derechos de emisión de qué? ¿Cotizaciones internacional del gas natural? ¿Ciclos combinados? ¿Beneficios caídos de dónde? Pero ¿por qué habría de entender todos esos palabros? Eso debería quedar para los inversores y para los productores de electricidad. Que se peleen entre ellos si quieren, pero ¿el consumidor? Bastante tiene ya con estar pendiente del reloj -que lo está- para intentar consumir en las horas más baratas del día, aunque eso signifique aguardar al fin de semana para darle caña a la lavadora. La electricidad tiene que tener un precio, estamos de acuerdo, pero ¿de verdad lo tienen que marcar especuladores y comerciantes globales? Seguro que no. El mercado, para ellos. Para los curritos de a pie, una tarifa estable, sin letra pequeña, como tienen implantados nuestros convecinos portugueses, por ejemplo. Los consumidores no podemos ser usados como arma arrojadiza en la batalla que libran las compañías eléctricas contra el Gobierno. Y lo estamos siendo.