La promesa del calor

Eduardo Riestra
Eduardo Riestra TIERRA DE NADIE

OPINIÓN

JOSE PARDO

21 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Llega por fin el verano, protestón y renqueante, en algunos lugares con un berrinche que destroza las vides e inunda las aldeas. La noche de san Juan que se avecina parece que a algunos de nosotros nos va a devolver los recuerdos de cuando era una noche de barrio, de vecinos y amigos que se habían pasado la tarde pidiendo muebles viejos, sillas rotas y apolilladas, robando a veces en el puerto o en las obras maderas inservibles, para prender un gran fuego a cuyo abrigo se cantaba y, cuando las llamas iban bajando, saltaban los mayores, y luego, poco a poco los más pequeños. Y siempre un padre algo torpe que recordaba su juventud y al que se le había ido un poco la mano con el vino. El macrobotellón del arenal de Riazor emula la nochevieja de Río de Janeiro, con aires que trajeron a esta ciudad aquellos futbolistas -Bebeto, Donato, Mauro Silva-, que nos metieron ideas tropicales en la cabeza. Ahora la noche de san Juan, cálida, íntima y amable. A ver si es verdad.

El verano aquí es una promesa que no siempre se cumple. Un tiempo que nos merecemos y que, los que no lo tienen, salen a buscarlo, como todos esos anglosajones que carretan los aviones de vuelos baratos como si fueran tropas de Segunda Guerra Mundial.

A mí, hoy que me estorba tanto la política, me aparece un cosquilleo en la punta de la nariz y se me escapa una sonrisa cuando el sol frio del invierno de repente calienta y me deja bajo la piel un ardor que confundo con pasiones más secretas. El sol de Bowles o de Lawrence de Arabia.