Paquidermos anónimos

Luis Ferrer i Balsebre
Luis Ferrer i Balsebre MIRADAS DE TINTA

OPINIÓN

Hafiz Issadeen

15 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Sigo con interés las andanzas de quince elefantes que, sin saber por qué, han decidido escaparse de su casa en el parque nacional de Xishuangbanna, para irse de reventón por el mundo adelante.

Dicen que si el macho alfa se desorientó y comenzó un viaje hacia el norte creyendo que era el sur, que la calor la nevada, que el mar era el cielo y la noche la mañana.

Los elefantes son mamíferos muy próximos e inteligentes que guardan memoria de todo, no me extrañaría nada que el guía se acordara de que hay un mundo más allá del parque dónde están confinados y decidiera liarse la trompa a la cabeza llevando a su manada a visitar el mundo perdido. La fiesta comenzó tras dar a luz una de las hembras, lo que retuvo a la manada durante cinco meses a pocos kilómetros del parque. Luego dos acogotados se rilaron y optaron por regresar a su zona de confort; los demás se agarraron las colas y tiraron hacia el norte entonando cánticos del Libro de la selva. Llevan más de quinientos kilómetros recorridos zampándose campos enteros, bebiéndose piscinas de agua fresca y cogiéndose unas moñas de órdago en las fábricas de licor que encuentran a su paso.

Las autoridades chinas no saben qué hacer, los persiguen con drones, les ponen barreras para que no entren en locales nocturnos, pretenden engañarlos dándoles baiju de garrafón y amedrentarlos con domadores uniformados, pero no hay manera.

Me recuerdan al cuento del elefantito del circo al que ataron a una estaca. El animal intentó arrancarla un sinfín de veces hasta que se sometió y -siendo ya un adulto colosal- dejó de intentarlo. Alegra ver que algunos mandaron la estaca a tomar vientos, se escaparon del circo y se fueron de botellón. A pasarlo bárbaro.