A falta de luz, bailemos

Xose Carlos Caneiro
Xosé Carlos Caneiro EL EQUILIBRISTA

OPINIÓN

Alejandro Martínez Vélez | Europa Press

14 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Norman Mailer era un escritor brutal: librecreador y librepensador. Un escritor incómodo, y no como otros, que se dicen incómodos y son lacayos de eso que llaman «el mundo de la cultura»: una apropiación de la Sinfónica progresista, poseedores de la verdad absoluta. Mailer fue la conciencia de su tiempo y un opulento libertino al estilo de los clásicos, que son los escritores que tienen algo que contar y lo cuentan mágicamente. Recuerdo con agrado su Marilyn y La canción del verdugo, que era un grito contra la pena de muerte. Escribía con prosa melódica, con garra y ritmo. Su dogma era la libertad y no el partido. Aquí, esta España mía, esta España nuestra, sucede exactamente al revés. Las fidelidades al dogma están llevándonos a un punto en que uno de los países más cultos y bellos del mundo, sin querer o queriéndolo, se va consumiendo en la mediocridad política. Pedro Sánchez ha elegido el camino de la extrema izquierda y el independentismo para mantenerse en la Moncloa, por lo menos hasta 2023. Ayer protestaban en la plaza de Colón miles de ciudadanos. Contra los indultos, o sea, contra la España que quieren romper y no acaba nunca por romperse. Sánchez aguantará. Su único libro, que no escribió él, se titula Manual de resistencia. Solo si fallan los catalanes independentistas Sánchez se verá forzado a convocar elecciones antes de esa fecha. De ahí provienen los indultos. Lo demás es filfa y sofisma. Pero todo relato político precisa su causa, de la que provendrán unas consecuencias, y su justificación histórica.

Sin embargo, hay asuntos que me preocupan más que el canto de Colón. Me preocupa que haya subido la luz y que la oposición no sea capaz de evidenciar el enfado de la gente. Me preocupa que este gobierno cambie de criterio como quien cambia de chaqueta. El criterio es no tener criterio. Somos el único país de Europa que permanece en esta tesitura obscena: fuera de escena, etimológicamente.

Vuelvo a Mailer. Leí alguna vez que pasados los cuarenta años era el único escritor que tenía importancia entre los jóvenes. Escribió Un sueño americano cuando yo tenía dos años. Le gustaba el lujo, es decir, no era un hipócrita que se pusiese trapos viejos para aparentar lo que no era. Amaba a las mujeres, como Woody Allen, del que escribí la semana pasada. Era visceral. Y por eso, profundamente humano. Jugó con la ruleta de la vida jugando a no perder. Me pregunto por qué me ha venido a la cabeza en estas mitades de junio. Quizá porque dijo/escribió: «Los tipos duros no bailan». Aquí ya no nos queda más remedio que danzar y danzar. Hemos sufrido y sufrimos un gobierno impar: no recuerdo nada parecido. Que dice que menos mal que estaban ellos en tiempos de pandemia, y yo digo que sí: porque si no estuviesen ellos, España sería una algarada constante desde hace quince meses. La derecha no lo sabe hacer. Saca pecho contra los indultos. Pero a la gente le preocupa más que suba la luz. Quizá Mailer diría: a falta de luz, bailemos.