Trankimazin para todos

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

Lorena Sopêna i Lòpez | Europa Press

12 may 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Dada la situación en la que nos encontramos, deberían los responsables sanitarios habilitar una partida especial de Trankimazin para serenar los ánimos de todos los que habitamos este país. Los unos por una euforia incontenible y peligrosa tras el adiós al estado de alarma, participando en aglomeraciones y botellones. Los otros, radicalizados por rencillas y odios que les llevan a atizar un clima político y social que hace ya tiempo que resulta irrespirable. Una trifulca que se agudizó aún más por las elecciones de Madrid y ahí sigue.

Y en el medio de ambos, los más normales, que somos mayoría, asolados por la fatiga pandémica, alarmados por el comportamiento irresponsable y hartos de incompetencias y desatinos. Ya somos incapaces de asimilar tanta necedad a nuestro alrededor. Precisamos más ansiolíticos que nunca. Estamos todos de los nervios, aunque cierto que unos más que otros. Pero todos, inquietos y excitados. Esto de la pandemia nos ha caído en mal momento y hacemos méritos para salir muy tocados de ella.

Hace ya tiempo que venimos reclamando sensatez y sosiego. La situación de disgusto e inquietud que padecemos no puede prolongarse eternamente. Porque estamos al límite. Exhaustos. Nuestros mandarines nos torturan escupiéndose a la cara y los descerebrados, de los que Fernando Simón, muy correcto él, dice que no pertenecen al grupo de los sensatos, abarrotan calles y plazas al grito de ¡libertad, libertad!, agrediendo y revolviéndose contra la policía. Mientras, la mayoría seguimos contando muertos, seiscientos a la semana, y asistimos boquiabiertos a la insensatez que nos invade desde Fisterra al cabo de Gata.

Sabemos que la reconstrucción que se nos avecina está repleta de desafíos. Pero no se habla de ello, reduciendo el debate a antifascismo o anticomunismo, que es de tanta trascendencia como el de la tortilla con cebolla o sin ella. Ni se habla, ni se trata, de nada de cuanto afecta a nuestras vidas. La actividad de este país se reduce a la gresca política y al desacato en aras de una libertad que reclaman quienes la desconocen. Libertad la tenemos que exigir quienes sufrimos tanto despropósito y tanto desprecio. Libertad para poder vivir con concordia y sosiego.