Ponga una neurona en su vida

Javier Cudeiro Mazaira EN LÍNEA

OPINIÓN

ÁLVARO BALLESTEROS

08 may 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Bienvenidos a la neuroferta de Galerías Milanés. ¡Los mejores neuroslips seleccionados para su neurocosa por nuestros empleados! Neuropiense en lo mejor para su salud ¡la brillante neurocompra!

No me he vuelto loco (para estar de acuerdo con todo esto, debería decir neuroloco). Lo que ocurre es que estamos instalados entre un dislate de desinformación, cretinismo pseudocientífico y muchos espabilados que se las traen. Los modernos gurús de la información, los tremendos coaches (qué palabro!) de lo fatuo, especializados en «nosesabedonde», son ahora, amigos, los neuroinformados que nos dirigen a un amanecer muy neuronal. No importa la poca idea que tengan sobre lo que es la neurociencia, lo nada que hayan investigado sobre ella, sus nulos aportes sobre el conocimiento que no van más allá de un estudio en China oriental nos ha dicho… mis estudios en Galapagar del Norte demuestran… No importa nada de lo que es realmente mensurable, ponga usted la palabra neuro delante de lo que quiera vender, y tiene garantizada la atención del personal: El señor Montoro conocido especialista en neurohacienda, hablará con la señora Montero, reconocida especialista en neuroamor antidesalojos, para contemplar una posible ayuda a los más neuronecesitados modificando un nuevo impuesto, el neuroIVA. Y no les digo nada cuando empecemos a llevar este asunto a la cotidianeidad: ¡Oiga, váyase al neurocuerno (todo queda por ahí….), ó, mecáchis en la neuroleche (secretada, claro, en las neuroglándulas)!

Vale, pelín exagerado, pero no se crean ustedes que va muy desencaminado. Hace unos años, se hizo un experimento simple y elegante. A un grupo de personas se les dio a leer un artículo de divulgación acerca de un tema que nada tenía que ver con la neurociencia, y a otro grupo se les entregó el mismo artículo pero que llevaba alguna imagen sobre el cerebro. Se les preguntó a los participantes sobre el interés del artículo (recuerden que era el mismo). Aquellos que habían recibido la versión con imágenes del cerebro, lo puntuaron como mucho más interesante que el otro grupo. Y así van las cosas, la valoración de la ciudadanía sobre lo «neuro» es muy positiva y da valor añadido tanto a una conversación entre políticos, como a un encuentro a media luz. Y, por supuesto, siempre hay gente muy, pero que muy lista.

Se ha creado la necesidad de apoyar conceptos que no necesitaban apoyo, con la intención de ganar cuota de mercado e ingresos para unos cuantos. En su momento, empezamos con la neuroeducación. En este caso el sentido era obvio, aprovechar lo que los especialistas en neurociencia podían aportar para mejorar las bases educativas. Conceptos como memoria, aprendizaje, atención etcétera que tienen una gran base de conocimiento en las ciencias del cerebro, podrían ser utilizados para mejorar la práctica educativa. Vale, pero reconozcamos que el término, en sí mismo, es redundante porque cualquier actividad intelectual relacionada con la educación, necesariamente viene del cerebro, es decir de la parte neuro. Lo mismo ha ocurrido con la neurogastronomía, creada para entender cómo el cerebro «disfruta» de la alimentación, o el neuromarketing, que se ocupa de los procesos mentales de la toma de decisiones que influyen en aquello que compramos y nos quieren vender. Pero todo se ha ido extralimitando. El problema es que ha habido mucho listillo de lo inmediato que, con cursos de Harvard-Matalascañas, y sin saber si la palabra neurona se refiere a una célula o a una muñeca gordinflona, se han lanzado a pontificar, vender o coach-direccionar a diestro y siniestro en los ámbitos más variados del saber. Así, ha nacido la neuroarquitectura (¡por Dios, con qué otra parte del cuerpo iban a mejorar lo presente! ¿Con el otro órgano importante para Woody Allen?), la neuroempatía o, incluso, la neuroinventiva (¡toma majadería!).

Espero que recuerden a la figura del charlatán de feria, del vendedor del bálsamo de Fierabrás, del creador de la estafa piramidal, del embaucador de siempre, que en la fiesta de la vida quiere sacar ventaja de nuestro despiste y buena voluntad. No lo olviden, lo neuro es y fue moda, pero cuidado, muchos se habrán reconvertido ya en los vacuno-humanistas o en los inteligente-artificiales del bienestar. Como siempre, será necesario separar el grano de la paja… y quemarla.