Dichos y hechos

Miguel-Anxo Murado
Miguel-Anxo Murado VUELTA DE HOJA

OPINIÓN

ED

02 may 2021 . Actualizado a las 10:02 h.

El Boletín Oficial del Estado del 18 de marzo pasado contenía una página para enmarcar. En un número anterior se había publicado una licitación y el nombre del adjudicatario figuraba como «Digo». Así que se publicaba una corrección que decía, literalmente, «donde dice ‘Digo' debe decir ‘Diego'».

Me parece grandioso esto de ver confirmado un dicho popular, y nada menos que en el BOE. Siempre me ha interesado esto de las frases hechas y cuánto pueden tener de cierto o no. Es decir, qué trecho hay del dicho al hecho. De estudiante, escribí con otro amigo un estudio en el que intentábamos demostrar (y yo creo que lo conseguimos) que el tocino y la velocidad eran exactamente la misma cosa; y, a partir de entonces, he ido tomando nota de los casos en los que los dichos se cumplían y los casos en que no.

A menudo he visto que no. Solo he conocido un carretero y no fumaba y era muy bien hablado, solo he conocido un cosaco (un escritor ucraniano) y era abstemio, y la lechera que venía a casa en Santiago hacía unas cuentas perfectamente realistas. He oído hablar de un sacristán navarro que, mediante un ingenioso sistema de poleas, consigue estar a la vez en misa y repicando. En Italia he visto un monte completamente cubierto de orégano; en Rusia, una exposición de iconos en la que todo lo que relucía, sin excepción, era oro; y en un pueblo de Burgos me contaron que la mujer encargada de vestir los santos se había casado jovencísima.

Otras veces el dicho sí se ha cumplido: tengo anotado en mi libreta que una vez en el supermercado me negaron el pan y la sal, porque no quedaban; que vi en un zoo cómo le daban leña a un mono; y que me amargó un dulce en el que la crema se había agriado. En Siria conseguí que un sacerdote arameo me enseñase un juramento, y en Palestina he estado donde Cristo dio las tres voces (Wadi Quelt) y era, efectivamente, un lugar lejano y desolado.

Mi aproximación a este asunto ha sido científica y experimental. He salido sin problemas de charcos y jardines, pero es verdad que los berenjenales plantean problemas. He comprobado que se pueden partir piñones con gente que te cae mal, y que los taquígrafos, precisamente, pueden trabajar perfectamente a oscuras. No recomiendo los pies de plomo (ni es prudente ni práctico), ni dorar las píldoras (no mejora la ingesta y encarece el precio). He probado harina de dos costales diferentes y era idéntica; y no he encontrado ninguna botica que tenga absolutamente de todo. También he probado a apearme de una burra y en lo único que he cambiado de opinión es en que no pienso volver a montar en una. No he hecho correr ríos de tinta porque sería un delito ecológico, pero sí he hecho pruebas arrimando el ascua a una sardina, y me parece más práctico arrimar la sardina al ascua. He estado con el agua al cuello (en el spa de Mondariz) y la verdad es que estaba muy a gusto. Sin embargo, no he logrado reconocer la palma de mi mano en una fotografía, y la única escopeta de feria con la que he hecho pruebas no falló una sola vez. He medido la productividad de dar palos al agua y es muy escasa. He hecho probar de su propia medicina a mi amigo Emilio, un farmacéutico de Lugo, y no mostró ningún resquemor. Sin embargo, sí he encontrado un tipo de rana que cría pelo, la trichobatracus robustus. El agua de borrajas es útil y medicinal, y me han mostrado cántaros que han ido a la fuente durante décadas y ahí están. Incluso he hecho experimentos con gaseosa, aunque nunca concluyentes.

Como diego, siempre me han interesado las frases hechas. Aunque no hay ninguna frase que no esté hecha; y donde digo diego tendría que haber dicho digo.