La primavera ha venido, nadie sabe cómo ha sido. Pese a la pandemia, la tristeza y la mala gobernanza ha acudido puntualmente a su cita. Cumpliendo con creces los versos del poeta. «Ha despertado la rama/ el almendro ha florecido./ En el campo se escuhaba/ el gri-gri del grillo./ La primavera ha venido/ nadie sabe cómo ha sido». Pero la primavera no es solo una estación meteorológica. Es también y, sobre todo, un estado de ánimo. Y si el ánimo del lector flaquea ahí les va un recurso. El recurso se llama Sandro Botticelli. Fue un regalo de boda. La de Lorenzo di Pierfrancesco de Medici con Semiramide Appiano. El gran cuadro puede ser admirado en la Galería de los Uffizi de Florencia. La escena la preside Venus, diosa del amor, a la derecha Céfiro, dios del viento, persigue a una ninfa. A la izquierda bailan las tres gracias y, desde las nubes, un Cupido sonriente dispara sus flechas. La sabiduría del lenguaje hace que a la primavera, como al otoño, al verano y al invierno se les considere como «estaciones». Tiempos en los que se «está». Y eso es lo que les deseo. Una feliz estancia en esta primavera que ahora ha venido aunque nadie sepa cómo ha sido.