Sin morderse la lengua

Francisco Ríos Álvarez
francisco ríos LA MIRADA EN LA LENGUA

OPINIÓN

04 abr 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

El último libro de Darío Villanueva (Morderse la lengua, Espasa) es un texto de lectura apasionante sobre dos factores que inciden en el acceso de las sociedades actuales a la información: la corrección política y la posverdad, que vivimos y sufrimos en nuestro día a día. Ambas surgieron en las universidades y hoy alcanzan a toda la sociedad en un mundo globalizado. El manejo de la información, que llega a la desinformación, es muchas veces medio y objetivo. Conocidas las explicaciones más generales que dio el autor en una entrevista publicada hace unos días en La Voz, hemos fijado más la atención en el capítulo donde explica cómo nos mordemos la lengua. Para ello pone la mirada en asuntos que suelen estar presentes en esta columna, como las obras académicas fundamentales: la gramática, la ortografía y el diccionario. Analiza ahí la feminización lingüística, la censura del diccionario, el sexismo en el lenguaje, el género gramatical no marcado...

 El profesor Villanueva explica que «la corrección política nace del rechazo a determinadas expresiones que designan realidades ingratas consideradas como tales por un grupo étnico, racial, religioso, político, ideológico o sexual. Es un tabú sectorial». Como exdirector de la Academia Española, sabe de esto por experiencia. Organizaciones e instituciones de todo tipo y algunos particulares, muchos bienintencionados, se creen con autoridad moral para decidir cómo se debe hablar de los asuntos que de algún modo les afectan y sobre el lenguaje que debe emplearse. Ello se refleja en la proliferación de guías para un empleo políticamente correcto de la lengua, a la que no son ajenos algunos gobiernos. Otra forma de manifestarse quienes intentan imponer la corrección política es la pretensión de manipular la naturaleza de la lengua y la censura de los diccionarios. Aquí se aporta ejemplos, algunos incluso divertidos, muchos de los cuales ponen de manifiesto la incultura de algunos de los que emprenden esas acciones. La conclusión es el rechazo a la censura de las obras que recogen y describen el idioma que los españoles han ido construyendo durante muchos siglos. Los nuevos censores pueden sacar provecho leyendo sin prejuicios este libro, en el que Villanueva no se muerde la lengua.