Todos creen que van a ganar Madrid

Tomás García Morán
Tomás García Morán LEJANO OESTE

OPINIÓN

Pedro Sánchez junto a Isabel Díaz Ayuso en la sede del Gobierno regional de Madrid en septiembre del 2020
Pedro Sánchez junto a Isabel Díaz Ayuso en la sede del Gobierno regional de Madrid en septiembre del 2020 Emilio Naranjo

Diez años después del enfrentamiento entre Mourinho y Guardiola, la tensión futbolística se ha trasladado a la política. Otros dos egos desmedidos, como son Iglesias y Ayuso, se medirán en un 4 de mayo goyesco, con la política catalana y española en general pendiente de lo que ocurra en Madrid

05 abr 2021 . Actualizado a las 15:15 h.

Abril del 2010. Madrid. El fútbol español vive su época de esplendor. El Barça de Guardiola, heredero de la España de Luis, es lo nunca visto. Xavi, Iniesta, Villa, Pujol, Busquets y Piqué, campeones del mundo en plenitud. Messi reencarnado en Diego. Florentino despide a un caballero llamado Manuel Pelegrini y contrata a Mourinho, el entrenador más laureado del mundo. Pep orina colonia. Mou es un villano de cómic. Trump antes que Trump. El azar dibuja un abril imposible. Mou viene de perder la liga tras una derrota en Chamartín contra el Sporting de Manolo Preciado, con quien ha tenido un enfrentamiento sonado. En noviembre, Mou acusa al cántabro de reservar jugadores contra el Barça de su amigo Pep y Preciado lo llama canalla. El 3 de abril, en Madrid, 0-1 y adiós a la Liga. A Florentino se le acaban las balas. Ni el último escudo antimisiles funciona. Guardiola sigue reinando.

Abril del 2010. Madrid-Barcelona. El fútbol español vive su momento de mayor desdoro. El planeta nos mira. El 20, en Mestalla, ambos equipos juegan la final de Copa. Hasta la llegada de Mou, casi un torneo menor, pero el Madrid no gana desde el olímpico 1992. Hace solo ocho años del Centenariazo y la Copa aún escuece mucho en Concha Espina.

Casillas salva a su equipo durante 104 minutos. Pero en una contra diabólica, Di María le pone un centro a Cristiano, que de un cabezazo le dobla las manos a Pinto. Portero ramplón, juega por decreto de Messi y le da a Mou su primer título en España. Florentino respira. A Sergio Ramos se le cae del autobús la copa, arrastrada varios metros por la Castellana. 

Dos semanas después, ambos equipos juegan semifinales de Champions. Guardiola llega a la sala de prensa el día antes y dice que Mou es «el puto amo». El Barça gana 0-2 la ida con dos golazos de Lionel, en un partido marcado por las expulsiones de Mou y Pepe, este último por una entrada a Alves a la altura de la rodilla. Entonces entra en acción Mou. Es la famosa rueda de prensa de los «por qués», en la que el luso acusa a Guardiola de ganar ayudado por la UEFA. En la vuelta, 1-1 y el Madrid eliminado. Messi gana su segunda orejona con un gol también imposible al United. También marcan Villa y Pedrito.

En la supercopa de agosto tocamos fondo. La ida en el Bernabeu, 2-2, es una reyerta. La vuelta, 3-2, otros dos golazos de Lío y un pase de oro a Iniesta, pasa a la historia porque Mou le mete el dedo en el ojo a Tito Vilanova. Y es el principio del fin de la selección española. Los internacionales que hace un año celebraban la Copa del Mundo en Johannesburgo se reparten bofetadas como si fueran enemigos de toda la vida. El súmmum de la vergüenza. Pep y Mou, dos egos desmedidos. Las televisiones de capital italiano explotan el filón de la España goyesca, moliéndose a garrotazos, mentando a los muertos del prójimo mientras se le acuchilla con una navaja de siete muelles. Rocío Carrasco ya es historia y ahora la riña de gañanes se exporta al noble deporte del balón.            

Abril del 2021. Diez años después, las teles de capital italiano han empeorado el modelo. La política es incluso más rentable y no hay que pagar derechos. El mundo nos mira. La política española, siempre tarde. Detrás de la gente. Detrás del fútbol. De nuevo el calendario imposible, manejado por Iván Redondo mientras acaricia un gatito. Pablo Iglesias e Isabel Ayuso. 4 de mayo goyesco. Dos egos desmedidos. Desde antes de Josep Lluis Núñez, para el Barça el Madrid es la medida de todas las cosas. Si los blancos eliminan al Liverpool, se meten en otra final y la ganan, la temporada culé será una debacle, aunque ganen liga y copa. Si hay batacazo blanco, la viga pesará menos en ojo propio. También en política, para Cataluña Madrid es la medida de todas las cosas. Así que ahora todos sueñan con repetición electoral. Porque todos creen que van a ganar en Madrid. 

Redondo y Sánchez apuestan con Gabilondo por un centro que quizás en Madrid ya no existe. Podemos perdió la alcaldía por hacer el tonto con Carmena y Errejón, y ahí empezaron todos sus males. También quiere ganar Madrid Yolanda Díaz. «Yo no soy de Podemos». Y Arrimadas. Que, pásmense, sigue viva. 

En la otra acera, Casado va a tener una segunda oportunidad. Ayuso, que ha dejado fuera de juego a Feijoo, se rebela contra las leyes del Estado como antes lo hicieron Puigdemont y Junqueras. La invasión de franceses del 2021 más que goyesca es kafkiana. Sánchez y Darias nos han convertido en súbditos cubanos. El turismo como fuente de divisas. Europa vuelve a empezar en los Pirineos

Todos creen que van a ganar en Madrid. Hasta quienes no se presentan. Puigdemont también sueña con un inesperado partido de vuelta. Olvidado en la napoleónica Waterloo, perdió el control de la Generalitat por 3.000 votos en Barcelona y 675 en Lleida. Lo mismo ocurre con ERC, con la CUP, con Ada Colau. Todos quieren ganar en Madrid.

No solo están en juego las poltronas, sino la hegemonía del procés. Atrapado en su retórica, el independentismo se sigue linchando mientras anhela los indultos de junio. La tramitación está en fase final. Solo falta un informe no vinculante del Supremo. Entonces, cuando el papel llegue y diga nones, Pedro Sánchez, otro ego desmedido, tendrá que preguntarle a su espejo si hay alguien más guapo que él. Y antes o después, tendrá que elegir. Ocupar el espacio de Ciudadanos o seguir pactando con la amalgama de Podemos y sus satélites nacionalistas. Centro o populismo. ¿Elecciones generales en otoño? Todo se sabrá después del goyesco 2 de mayo. Ayuso ha roto la hoja de ruta de Redondo. Levantamiento popular. Nacionalismo centralista. Napoleón y Trump removiéndose en sus respectivas tumbas. Uno en el mausoleo parisino de Los Inválidos. El otro, jugando al golf en Mar-a-Lago.

Madrid y Cataluña. 6,6 y 7,6 millones de habitantes, respectivamente. Y los otros 33 millones, haciendo el tonto, mirando a Rociíto en las teles italianas.