El Día de San Patricio

Eduardo Riestra
Eduardo Riestra TIERRA DE NADIE

OPINIÓN

CLODAGH KILCOYNE | Reuters

21 mar 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

El pasado miércoles se celebró la festividad de San Patricio, patrón de Irlanda, y los irlandeses de la diáspora, que otros años acometían con entusiasmo, vestidos de verde y pinta de Guinness en mano, el cántico de Molly Malone, esta vez se tuvieron que quedar en casa. Yo en la mía me puse un jersey verde y brindé por Roger Casement, porque a mí, cuando pienso en la isla esmeralda, se me amontonan los escritores y las emociones. Pienso en el diario irlandés de Heinrich Böll, el premio Nobel alemán que pasaba allí sus veranos y le dedicó uno de los libros más encantadores que uno pueda leer, Diario Irlandés, que es para la literatura lo que El Hombre tranquilo de John Ford para el cine. Y pienso en Bram Stoker y en Iris Murdoch, en Beckett y en Yeats, en fin, en James Joyce. Para mí, que la lectura del Ulises supuso un auténtico desafío, ahora recordar apenas al gordo Buck Mulligan, subiendo las escaleras de la torre Martelo con la navaja y la espuma de afeitar en las manos y recitando latinajos, me pone los pelos de la nuca de punta, como me pasaba cuando comenzaba de niño la lectura de una nueva novela de Tarzán. Irlanda es un país que despierta unánime simpatía entre los pueblos del mundo. Sus lazos con Galicia han sido siempre estrechos por la pesca, de cuando nuestros armadores se instalaron en Cork, y por las gaitas y las cervezas -sobre las que recientemente se han firmado sonoras alianzas-. Por eso les dedico estas líneas y levanto mi galician irish red ale a su salud.