El pozo de los deseos

Xose Carlos Caneiro
Xosé Carlos Caneiro EL EQUILIBRISTA

OPINIÓN

Emilio Naranjo | Efe

01 mar 2021 . Actualizado a las 09:27 h.

Era mentira. Otra mentira. Cuando nos decían que saldríamos más fuertes y unidos y solidarios, nos estaban engañando. Igual que nos engañaron con los dos o tres casos que sufriríamos en España, no más allá. O con las mascarillas. O con el comité clínico, del que desconocemos aún sus nombres. O con los informes de universidades americanas que certificaban que España iba tan bien que éramos paradigma del mundo y sus alrededores. O con la cepa británica, que en siete días pasó de «no tendrá» incidencia alguna a ser la cepa predominante. O con las manifestaciones, mucho menos peligrosas que la Semana Santa. Y todo ello sin contar las algarabías de los millones que promete Sánchez, aquí y allá, porque como es bien sabido (Carmen Calvo) el dinero público no es de nadie. Nos engañaron. De esta, cuando salgamos, saldremos mucho peor de lo que estábamos. La economía por los suelos y la salud, también. Del alma ya ni les hablo, porque sé que eso del alma es un invento de los que son como yo, que pensamos que el interior es lo que condiciona nuestro destino. Y el nuestro está oscurecido. Nunca he visto más gente triste por kilómetro cuadrado. En los colegios, ni les cuento. La lección que han dado los docentes y los discentes de este país ha sido para aplaudir. Sin embargo, su esfuerzo pasa factura. Bajas por depresión, más crisis de ansiedad que nunca entre la mocedad y una unívoca certeza: el covid nos ha arrebatado a todos un año, al menos, de nuestra vida. Por eso conviene ser cautos. Dar los pasos justos. Lentamente.

En Galicia comenzamos la desescalada y hasta somos capaces de mirar las estrellas cada noche. No nos falta ilusión. Pero, por cautela, tenemos que lanzar al pozo de los deseos solo lo justo: que pase este infierno que hemos vivido y vivimos. Que pase. No mirar atrás nunca más, como hizo la mujer de Lot al salir de Sodoma y quedó convertida en estatua de sal. No mirar atrás, como Orfeo en su salida del báratro y se quedó sin su amada Eurídice. Porque si miramos atrás y pensamos en las veces que nos ha engañado el Gobierno de Madrid, a uno le dan ganas de tirarse al pozo, sin deseo y sin nada a cuestas. No lo hagamos. Lo peor ha pasado ya (ojalá).

Quizá no haya una cuarta ola, como auguran los que saben de epidemias y otras endemias. Quizá ganaremos la batalla por fin. Pero hemos dejado mucho, demasiado, en el camino. Se nos han ido las ganas, el aliento, los deseos. Por ello yo, personalmente, busco el pozo en esta columna: para arrojarlos y tenerlos allí a buen recaudo. Poco a poco subirán por las paredes, saldrán a flote, y serán cumplidos. El deseo nos hace más y mejores humanos. No lo pierdan. Ahora, no. Desescalamos. Es una buena noticia.