Las tres «I»

OPINIÓN

MONICA IRAGO

05 sep 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Es muy decepcionante lo que está ocurriendo. Lejos de poner en acción todos esos buenos sentimientos que afloraron durante el confinamiento, la indisciplina, el incumplimiento y la irresponsabilidad parecen la nota dominante. En el mejor de los casos cumplimos las normas solo a regañadientes y por miedo a la sanción. Lejos de una conciencia moral autónoma, lucimos y practicamos la heteronomía en su estado más puro.

Para explicarlo podemos echar mano de eso que llaman el Síndrome de Peter Pan. Hace referencia a aquellos adultos que continúan comportándose como niños o adolescentes, sin ser capaces de tomar las riendas de su vida, de asumir la responsabilidad propia de su edad; individuos que se desentienden de las exigencias del mundo real escondiéndose en un mundo de fantasía.

¿Lo que hemos vivido estos meses es simplemente para olvidar cuanto antes, tenemos que seguir adelante como si no hubiese sido más que un paréntesis o una pesadilla? ¿Cómo vislumbrar lo que es de valor duradero en una sociedad impaciente y centrada en lo inmediato? ¿Cómo perseguir metas a largo plazo en una economía entregada al corto plazo? ¿Cómo sostener la lealtad y el compromiso recíproco en instituciones que están en continua desintegración o reorganización? ¿Existen condiciones reales para la existencia de una auténtica comunidad deliberativa, conformadora de una opinión pública ponderada y madura?

Nos vemos obligados a reflexionar mientras estamos en movimiento. Es lo que tiene ser animales morales. Hay que hacerse preguntas y provocar que otros muchos también se las hagan. Solo aprende quien está en disposición de aprender. Esta historia de dolor no se sana fácilmente. Pero la complejidad no es una disculpa sino una exigencia. Despertemos el sentido ético y contemplativo que llevamos en nuestro interior.