El amargo despertar

Francisco J. Pérez Bello EN VIVO

OPINIÓN

M.Moralejo

02 sep 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

España vive, como tengo escrito, instalada en un auténtico caos, por culpa de un Estado fallido incapaz de dar respuesta a los graves problemas que nos afectan. La mejor prueba es lo que estamos viviendo con la pandemia derivada del covid-19 y la consecuente hecatombe económica en la que estamos inmersos, por culpa de la incompetencia, desidia, tal vez negligencia, del Gobierno, sí, pero también de las demás instituciones que, en lo único en que coinciden, es en pasarse la pelota unos a otros y culpar del desastre a cualquiera menos a ellos, y como no, siempre a los ciudadanos, que hemos de asumir así la doble condición de víctimas y verdugos. Mientras, la clase política holgazanea y se entretiene repartiéndose jueces a la carta y paseando las miserias por las televisiones amigas. Si a ello unimos la perfidia de los insolidarios nos explicaremos el deterioro que la pandemia está produciendo en nuestras vidas.

Necesitaríamos dar un vuelco de 180 grados al poder judicial, a nuestros legisladores, a los gobiernos y, como no, a los medios de comunicación, para desde una deseable cohesión institucional, impedir su expansión descontrolada, tanto casi como la de los contagios; tal vez sea esa la única esperanza que puede tener una diezmada, humillada, sometida, y adormecida población.

Tras el espejismo veraniego, la vuelta a la realidad no va a resultar precisamente agradable. Encontraremos un país arruinado, con la gran mayoría de autónomos quebrados de facto, miles de empresas cerradas y el Estado en bancarrota, incapaz de hacer frente a sus compromisos, en forma de ERTE, prestaciones o subsidios -como el ingreso mínimo vital- mirando a Europa en busca de una dádiva menesterosa, que tardará en llegar, si es que llega.

En este contexto, lo que causa mayor alarma es que alguna gente viva como si no pasase nada. Ya sabemos que los políticos se retroalimentan, tensan la cuerda sin llegar a romperla jamás, pero la inmensa mayoría de los profesionales cualificados, autónomos, pero también funcionarios o trabajadores por cuenta ajena, somos muy conscientes de que esto va a ir a peor. Y es muy inquietante no ver una salida al túnel en el que estamos metidos.