El robo del siglo

Beatriz Pallas ENCADENADOS

OPINIÓN

26 ago 2020 . Actualizado a las 11:56 h.

La casa de papel no inventó la ficción sobre asaltos a bancos con botines descomunales, pero su larga sombra y la desmemoria hacen inevitable que hoy se tome como referente único para establecer comparaciones. Para adelantarse a este examen, y aprovecharse de él, la nueva serie de Netflix El robo del siglo se parodió a sí misma y a la serie de Álex Pina en el avance previo a su estreno. «Esto no es un jueguito de policías y ladrones», avisaba un personaje que no era El Profesor ante una maqueta de un edificio que no era la Fábrica de Moneda y Timbre ni el Banco de España.

Quien hablaba era Chayo, un vendedor de joyas abocado a buscarse un segundo empleo como ladrón para tapar los agujeros de sus malas decisiones y del nivel de vida que cree merecer. Con él, figuras a las que la serie retrata en toda su humanidad, como El Abogado, el estratega de la operación; y la todopoderosa Doña K. El objetivo de todos ellos es el Banco de la República de Valledupar, al norte de Colombia, y el trofeo, el equivalente a 28 millones de euros.

La principal diferencia entre esta serie y las piruetas efectistas de La casa de papel es que este atraco ocurrió en realidad hace 25 años, aunque muchos de sus detalles y personajes son recreados con buen pulso para una ficción que se ha convertido, y con razón, en una de las más vistas de la plataforma.