La nueva normalidad no es tan nueva

Erika Jaráiz Gulías
Erika Jaráiz Gulías LÍNEA ABIERTA

OPINIÓN

Parlamento de Galicia
Parlamento de Galicia Paco Rodríguez

13 jul 2020 . Actualizado a las 07:42 h.

Cuando Feijoo decidió, allá a mediados de marzo, suspender las elecciones gallegas, a Gonzalo Caballero le cogió con el pie cambiado. Estaba lanzado en la carrera a la presidencia, alentado por los éxitos del PSOE en Galicia en las últimas elecciones generales y municipales, por la caída irremisible de las Mareas, y por la desorientación de un PP que había asumido el relato de la «imposibilidad de la mayoría absoluta» y miraba de lejos la forzada estrategia de recomposición (alianzas) de la derecha española, impulsada por Madrid y en la que Galicia no encajaba.

Feijoo sabía que el retraso electoral jugaba a su favor, pero además constituía la única decisión sensata en aquel momento, la única posición institucional que podía adoptar el presidente de la Xunta, y a la que necesariamente tendrían que sumarse todos los partidos. Gonzalo Caballero, por su parte, sabía que en la pandemia podían perderse todas las expectativas construidas en estos años, pero sabía también que no tenía otra elección.

Y se cumplieron todas las expectativas que uno y otro tenían. Los tres meses de confinamiento y desconfinamiento fueron eternos en el tiempo político, con todo el protagonismo institucional para Feijoo y el silencio confinado del resto de los competidores políticos.

Para el PP fue una campaña fácil, solo tuvo que recurrir a Galicia y Galicia le respondió, como siempre; para el PSOE, esta ha sido una campaña imposible, arrimada a Madrid, llena de intentos estériles de llegar a un target ciudadano que «está en otra cosa», y que prefiere la estabilidad a la incertidumbre de un imaginario tripartito.

Por eso el éxito del BNG y el fracaso del PSOE, porque pelean por targets diferentes; uno que abandona las Mareas, el otro que elige entre el PP de Feijoo y el tripartito de Caballero. Y al final, los ex votantes del BNG volvieron al BNG, y los que tradicionalmente disputaban PP y PSdeG se quedaron todos en el PP, tan sencillo.

Todo pudo haber sido de otro modo, sí; pero finalmente fue como fue: en el Parlamento de Galicia volverá a haber tres partidos, como antes; el BNG vuelve a estar por delante del PSOE, como en el 97, y en el PSOE son muchos los que ya afilan las «rendiciones de cuentas» (antaño navajas). En fin, la nueva normalidad, al menos en el Parlamento de Galicia, no es tan nueva.