Galicia tres veces: la apuesta del PP

OPINIÓN

06 jul 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

La politóloga Eika Jaráiz, de la USC, publicó el día 3 un artículo titulado Galicia, Galicia, etc., en el que, con la concisión que exige la prensa diaria, analizaba «la comodidad con que los populares afrontan unos comicios que hace un año daban por perdidos». Aunque yo no doy por sentada tan remota asunción de un resultado adverso, suscribo, en cambio, las causas que explican esta comodidad que ahora pronostican las encuestas, y el análisis del eslogan - «Galicia, Galicia, Galicia»- que complementa la apuesta popular por el liderazgo de Feijoo.

Dice la profesora Jaráiz que el éxito del PP no solo se repite desde 1981, sino que está basado en la misma idea que inspiró aquel famoso «Galego coma ti», una peculiar identidad del PP con Galicia, que Jaráiz describe como «el recurso legítimo de los populares para llegar al corazón de los gallegos». El hecho es que, desde 1981, los populares ocupan el amplio centro electoral de la sociedad gallega, de donde brotan -con la ayuda de una magnífica organización y una sutil penetración social- las sucesivas mayorías -suficientes o absolutas- que le permitieron gobernar el 84 % de nuestra historia autonómica.

Tras reconocer mi coincidencia con Erika Jaráiz, lo único que puedo aportar es el significado exacto de aquel «Galego coma ti», que, entresacado de un texto mío, que plasmaba los principios programáticos y estratégicos de la campaña de 1981, fue convertido en eslogan por Antonio Aguilar, uno de los mejores expertos de la España de entonces en publicidad política. Por eso debemos preguntarnos qué decían aquellos párrafos, escritos a mano, que finalmente se resumían en el lacónico eslogan «Galego coma ti».

Decían que el centro político gallego estaba libre y disponible, porque la UCD no había sabido consolidarlo, y porque se había apartado de él, abruptamente, durante la elaboración del Estatuto y en las graves equivocaciones que cometió durante la legislatura que destruyó el liderazgo de Adolfo Suárez. Añadía que nosotros podíamos ocupar ese centro si, en vez de dedicarnos a batallas ideológicas -el divorcio, la reforma del Título VIII y de la Ley Electoral, la asignatura de religión y similares-, orientábamos nuestros esfuerzos a hacer un programa liberal-conservador para gobernar Galicia. Y decía, sobre todo, que el nacionalismo de izquierda -porque el PG ya estaba desahuciado- no era obstáculo para nosotros por dos motivos: porque se había instalado en la extrema izquierda, desde la que era imposible conectar con la mayoría electoral; y porque en vez de formular sus programas como una respuesta a las inquietudes de los gallegos, intentaba conformar la sociedad gallega a la medida de las élites nacionalistas. Y concluía: mientras los nacionalistas le dicen al ciudadano «tes que ser galego coma nos», nosotros le vamos a decir «queremos ser galegos coma ti». Es decir, que mientras el nacionalismo quiso ser maestro del pueblo, nosotros habíamos convertido al pueblo en nuestro mejor maestro. Así de simple.