Aulas en las terrazas

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

Edu Botella | Europa Press

13 may 2020 . Actualizado a las 11:03 h.

Menos mal que ya tenemos abiertos los bares y las terrazas; eso sí, con el distanciamiento establecido que casi nadie respeta, pero abiertos al fin porque esto era un aburrimiento y un sinvivir. Todavía no lo están los colegios, institutos y universidades, pero tampoco importa porque lo que no se aprenda este año lo enseñará la vida. Además, el sector de hostelería monta unas bullas tremendas que hay que acallar y profesores y alumnos padecen en silencio. Sabemos también cuándo vuelve el fútbol, detalle sustancial en nuestras vidas, pero no cuándo lo harán los millones de estudiantes y profesores, que son los que escribirán el futuro.

España ha sido uno de los escasos países que apostó por las terrazas y no por las aulas. Holanda y Alemania, por ejemplo, metieron a los alumnos al tajo el primer día de desconfinamiento. Y sin poder tomarse un café. Aquí tenemos al alumnado desorientado y ansioso y sin perspectivas de mejora. Y al profesorado sin horario, sin normas, sin rumbo y día y noche dando clases virtuales, o lo que sea, y en chats consolándose las penas con compañeros.

No tenemos claro el presente ni mucho menos el futuro. Puede que las clases comiencen en septiembre o puede que no. Puede que con pocos alumnos, o no. Puede que con un programa reducido o puede que con el completo. Y hasta puede que sean presenciales o incluso que no lo sean. Si nos fiamos por lo dicho por la ministra Isabel Celaá, el abanico de posibilidades es tal que no resulta descabellado pensar que nada de lo que ha apuntado ocurra. Y que pase todo lo contrario.

Cierto que lo primero es garantizar las vidas. Ni se discute. Tanto como que desconocemos cuál será la situación de la pandemia dentro de unos meses. Pero la conocemos hoy y el desconcierto no puede ser mayor. El colectivo educativo vuelve a ser de los más vapuleados por la falta de criterio y de decisiones que marquen el rumbo.

Claro que, bien mirado, todo tiene solución. Podemos trasladar las aulas a las terrazas. Que para eso se abrieron. O desarmar los tres ministerios relacionados con la educación, los de Ciencia, Universidades y Educación, y crear el Ministerio de la Hostelería y Buen Beber.