Galicia puede y debe asumir una desescalada asimétrica
OPINIÓN
Comentábamos el otro día la evidencia de que la epidemia de covid-19 tiene una dinámica de contagio limitada en el tiempo. Los datos de los distintos países, con distintas medidas de contención epidémica, muestran un comportamiento estacional que se ajusta bien a una curva doble-exponencial, en forma de ola. Los datos registrados indican el final de la ola.
Cada una de las fases de la enfermedad lleva un retraso temporal con respecto a las anteriores, superponiéndose entre ellas. Es decir, la primera fase de contagio, que en España empezó en febrero, no termina mientras haya casos activos y, por tanto, para conocer el estado de evolución de la epidemia hay que establecer los estimadores adecuados.
Lo que sí podemos establecer ya es que, encontrándonos en la fase exponencial negativa, cada día hay, estadísticamente, una fracción del número de casos del día anterior. Esto es como el problema mítico de Aquiles y la tortuga: ¿nunca llegaremos a alcanzar el objetivo final? Basta responder que nos encontramos ya en posición de tocar a la tortuga con las manos. Dicho de otra forma, el control del problema está ya al alcance de la mano de la Xunta.
En la gráfica adjunta se pueden observar superpuestas unas curvas que se ajustan bien al modelo doble-exponencial y que, a día de hoy, tienen ya significación estadística sobrada para decirnos que hemos llegado al final de la fase de contagio epidémico.
Es cierto que los retrasos en la información minusvaloran los datos de los días recientes, pero la caída exponencial y la cercanía del umbral epidémico tienen ya alta significación estadística. A partir de ahora, quedará un pequeño número de casos diarios por debajo del umbral de la epidemia, con todas las consecuencias que esto tenga y que hay que asumir con una decisión nunca exenta de prudencia.
Galicia, siempre en el curruncho noroccidental de la península, se encuentra en situación privilegiada. Con la frontera cerrada con Portugal, la orografía ayuda y el intercambio con la meseta -¡ay de los madrileños que vinieran a Sanxenxo!- ha sido controlable. En todo caso, con 3,1 casos por mil habitantes, nos hemos mantenido bien por debajo de la media nacional (4,3) y a mucha distancia de la Comunidad de Madrid (8,7), de Cataluña (5,7) o el País Vasco (5,8). Galicia puede asumir el riesgo y debe asumir la responsabilidad de una desescalada asimétrica. Asumo la solidaridad con el conjunto de España -que esto no es la Cataluña de Quim Torra- pero el principio de autonomía responsable nos llevaría a ir un paso por delante de otras Comunidades.
No sabemos si esta ola epidémica va a ser la primera de una serie estacional, pero hay evidencia de que la ola actual está en su asíntota final y manteniendo controladas las entradas en Galicia mientras dure la pandemia. Se puede recuperar una actividad laboral casi completa, dejando aparte aglomeraciones, vigilando las residencias de mayores y manteniendo alerta a los centros de atención primaria.