
Hace menos de dos meses se inauguró en el Guggenheim de Nueva York la exposición Countryside. A Report, comisariada por el que, probablemente, es el arquitecto vivo más influyente, Rem Koolhaas. Quien hasta entonces había sido uno de los grandes teóricos de las bondades urbanas, señala ahora la necesidad del retorno al campo. En la muestra esboza el regreso a un entorno menos denso y más sostenible, donde no sea necesario el uso continuado del vehículo, la comida sea orgánica y el aire puro. Pero, sobre todo, deja claro que no sigue vigente la dicotomía urbano/rural, ya que la vida en el campo puede ser plenamente urbana. Y viceversa.
Los principales problemas para hacer posible ese retorno han sido, durante años, la necesidad de desplazamiento a los lugares de actividad económica (concentrada en entornos urbanos de mayor o menor dimensión) y la complejidad de alcanzar la sociabilización que solo ofrece la densidad urbana. Esta situación de confinamiento, apoyada en la tecnología, ha permitido testar y poner en crisis, todavía más, ambos supuestos. La concentración de trabajadores ya no es indispensable y, en todo caso, la falta de espacio de trabajo en una vivienda es resoluble a partir de la creación de terceros lugares (espacios colectivos deslocalizados para trabajadores de distintas empresas).
Por otro lado, las restricciones de aglomeraciones colectivas han hecho el resto, dificultando la vida social, condensada ahora en entornos digitales o en pequeñas comunidades. Es posible que en los próximos meses veamos cómo, una vez hecha la prueba, se incrementa la vida urbana en entornos tradicionalmente rurales. Pero sobre todo es muy probable que, en los centros urbanos, por fin se asuma una planificación más racional, más saludable, con más vegetación y menos presencia de vehículos. Todo ello sobre la base de ser autosuficientes en un entorno próximo (en alimentación y energía, principalmente). Algo que en el campo ha estado presente desde siempre. Al final el modelo de ciudad que emerja de esta crisis hará que, una vez más, Koolhaas tenga razón.